Simeoni: “Uno se enamora de las obras que ha hecho”

Tuve la oportunidad, a través de Diario Resumen, de entrevistar a un exponente del teatro pilarense actual. Y no podía dejar que la entrevista no quedara publicada para la posteridad en mi propio blog. Por eso, he aquí (otra vez) la gran conversación que mantuve con Martín Simeoni la semana pasada. 


Martín Simeoni es uno de los actores y directores más conocidos de la escena teatral pilarense desde principios del milenio. En el 2002 se hizo cargo de la dirección del grupo Comedia del Pilar, heredando el puesto de Jorge “Titi” Villar. Nacido y criado en Pilar, hincha de River, Simeoni vive del y para el teatro.

Mate en mano y en los instantes previos a comenzar oficialmente con la entrevista, el director de Comedia del Pilar nos mostró cómo acondicionó un ambiente de su casa, con telón y la iluminación correspondiente, que es utilizado para los ensayos. Porque si bien está al frente de sus talleres en el Lope de Vega, tiene la idea de “a futuro poder generar un espacio propio para dar clases”.

¿Cómo empezaste con el teatro?
Con el teatro empecé porque mi madre era actriz y ella pertenecía a un grupo de acá de Pilar en los setenta. Un poco arranqué mirando y después ella empezó a participar en la Comedia del Pilar, grupo que hoy me toca dirigir. Viendo los ensayos, me empecé a sumar de a poquito.

Hasta que un día, Titi, en aquel momento el director, me incorporó al grupo, yo tenía 12 o 13 años para hacer la asistencia en una obra que se llama “El herrero y el diablo”, a mediados de los 80. La montó ahí al costado del Palacio Municipal, donde hoy en día se sigue armando el escenario para las fiestas patronales, pero mandó el escenario un poco más atrás para lograr una mejor acústica.

A partir de ahí, Simeoni no hizo más que crecer. Tanto como actor, tras su debut en la obra “La casita de mis viejos” en el 88; y como director, desde que empezó a dirigir algunas obras en el 98 y luego, en el 2002, cuando se hizo cargo del grupo actoral que encabeza hasta la actualidad.

¿Qué significa el teatro para vos?
El teatro para mí significa una parte importantísima de mi vida porque no solamente es lo que me gusta hacer y lo que amo, sino que además ya lo tomo como una forma de vida. Porque uno empieza a tener su remuneración a partir del teatro. Y aparte porque siempre estuve, desde muy pequeño, metido en esto.

¿Tenés alguna obra favorita?
No. Uno se enamora de las obras que ha hecho, pero así como una obra única favorita, no. Lo que sí, estoy constantemente en la búsqueda. Porque hay toda una camada nueva de dramaturgos que siguen saliendo, de escritores, y tenés que estar constantemente indagando y hurgando cosas. Pero me gusta todo, lo que está bien escrito me gusta.

Simeoni tuvo un paso fugaz de dos años por la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad del Salvador que “descubrí que no era para mí y después me di cuenta de que lo mío pasaba por otro lado”. Y ese otro lado es, sin dudas, el teatro.

Académicamente, porque de chico ya vivía entre las bambalinas pilarenses, comenzó en la ahora llamada Universidad Nacional de las Artes (UNA), en la escuela de arte dramático. Hoy confirmando sus palabras de creer en la formación constante, está haciendo un seminario de dirección teatral en el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) con Carlos Ianni y una diplomatura en Formación integral del actor en la Universidad de General Sarmiento, a cargo de Fernando Armani.

¿Cómo ves al teatro pilarense entre como era cuando empezaste y ahora?
Hoy hay mayor cantidad de grupos de gente que hace teatro, lo cual está buenísimo. Hay toda una camada de grupos nuevos que se han sumado en estos últimos años. Hay muchos grupos infantiles de teatro que también están buenos. Ha habido una especie de relanzamiento del teatro en estos últimos años. También hay mucho público genuino. Al menos nosotros lo percibimos cada vez que montamos una obra, que aparte del clásico amigo y pariente que te viene a ver, hay gente que no conocés, un público nuevo que se fue renovando.

Además hay mucha gente queriendo aprender teatro, que participa de los talleres. Esto te hablo de mi experiencia como coordinador de dos talleres en la Municipalidad, se me anotan muchísimas personas. Hay un interés por aprender y eso está bueno.
De las tres patas, la académica, los actores formados y el público, sí, el cambio es positivo. Un balance muy positivo, todo se ha ido superando.

¿Cuándo se formó Comedia del Pilar?
Comedia del Pilar va a cumplir sus 50 años de vida el año que viene. Se formó el 12 de noviembre de 1966, con la puesta en escena de una obra que se llama “Un guapo del 900” de Samuel Eichelbaum. Ahí arrancó el grupo que en sus comienzos fue municipal y después con el tiempo se transformó en un grupo de teatro independiente que hoy lo conocemos como Comedia del Pilar.

Entonces imagino que el año que viene se viene la fiesta.
Sí, es una fecha importante. Pero nosotros tomamos todos los años como importantes. La idea es buscar crecer como grupo, buscar material que nos posibilite también evolucionar. Y el tema de las funciones que este año, desde que vengo dirigiendo al grupo, fue récord la cantidad de funciones que hemos tenido y que tenemos programadas hasta fin de año.

Pero sí, el año que viene va a ser una gran fiesta. No sé todavía lo que vamos a hacer, pero el 12 de noviembre de 2016 hablamos.

A propósito de que mencionaste las obras de este año. Yo fui a ver al Lope de Vega “Bodas de sangre” y “Rotos de amor”. Personalmente, me gustó más “Rotos de amor” y te felicito porque me pareció increíble el papel de mudo que hiciste. ¿Esta obra la van a seguir presentando?

“Rotos de amor” sí. Tenemos autorización del autor, Rafael Bruza, hasta agosto del 2016. Es más este fin de semana cumplimos 25 representaciones de la obra, en el teatro de Luján. Este viernes estaremos en el Chopin, en el marco de la semana de arte que organizan los chicos. Y el sábado tenemos función en Del Viso.

¿Cómo es actuar sin decir palabras?
Es difícil. Hay una tendencia entre actores que piensan que lo importante pasa por la cantidad de caracteres que tenés que decir y no. Es tan importante aquel que dice “la mesa está servida” como aquel que no dice nada en toda la obra. Es muy difícil porque tenés que eliminar la voz, olvidarte de que existe y trabajar el resto del cuerpo.

¿Qué se siente ser director de una obra? ¿Es mucha responsabilidad?
Es mucha responsabilidad, sí. Porque es el responsable máximo. Cuando una cosa sale mal al que se le debe echar la culpa es al director. Es una responsabilidad enorme la del director de teatro. No solamente estás conduciendo un grupo artístico, de montar una obra, sino también un grupo humano. Entonces tenés que manejar cierto lenguaje grupal y a su vez que el espectáculo sea ameno, que llegue a un nivel óptimo para ser representado.

¿Siendo actor es distinto? ¿Se dan cuenta arriba del escenario cuando la obra gusta o no gusta?
Sí, y cuando estás como director lo ves desde abajo, lo sufrís desde abajo. Hay una diferencia. A mí me gustan las dos cosas, actuar y dirigir. Trato de evitar hacer las dos cosas al mismo tiempo.

Pero tiene otro disfrute arriba del escenario. No sé si te das cuenta de si al público le está gustando o no. Al menos en mi caso yo me meto en el mundo de esa historia, después capaz que te das cuenta con los aplausos o con algún comentario. En el momento trato de olvidarme de eso y de contar la historia de la mejor manera posible.

En cambio, como director, a veces se padece más. Porque estás ahí afuera y cualquier cosita que pase la recontra sufrís, ves cómo está el público. Se sufre. Arriba del escenario capaz que sufrís el momento previo, esa adrenalina, ese miedo, pero a los 15 segundos que entraste se te pasa. Inclusive ocurren accidentes a veces arriba del escenario, que se cae una cosa o se rompe algo y vos al estar metido, lo resolvés y no pasa nada.

¿Qué se siente el aplauso al final de una obra?
Es bonito. Es que vos estás toda la obra esperando ese aplauso. Porque en definitiva es eso, termina la obra, es el aplauso y después se terminó todo. Con “Rotos de amor” que es la que estoy viviendo arriba del escenario, hemos recibido unos aplausos bárbaros. Creo que pasa por ahí también, cuando el disfrute es compartido entre los que estamos arriba del escenario y el público.

He escuchado que hay actores que paran la obra porque suena el celular de alguien en la sala. ¿Alguna vez te pasó algo parecido?
Te descoloca, pero no sé si pararía la obra. Hasta ahora nunca paré a la obra, pero que es molesto sí. Por más que vos estés concentrado en la obra, si aparece un ruido externo, molesta. Y también por una cuestión de que uno antes de empezar la obra anuncia que se apaguen los celulares. Igualmente se labura el tema de la concentración para evitar este tipo de problemas. Nunca nos ha pasado de parar la obra, pero por supuesto que lo sentís.

¿Hay alguna anécdota fuera de lo común que te acuerdes?
Hay muchas anécdotas. Una de las primeras, por si llega a leer la nota mi gran amigo Titi; cuando estábamos yendo a competir por el regional íbamos en dos autos, de pronto a uno se le pinchó una goma, cambiamos la goma y al tramo siguiente se pinchó de nuevo. Nos tuvimos que amuchar todos en un solo auto y la persona que iba manejando el otro auto cayó como al rato al teatro. Es esa cosa de que si la función está pactada a determinada hora, tenés que llegar sí o sí.

También nos pasó que se cortó la luz en plena obra y los actores siguieron actuando hasta que volvió, eso es peor que un celular. Y no pasó nada, hasta inclusive puede quedar como parte de la obra.

¿Cuándo empieza una obra? ¿Con los ensayos? ¿Con el estreno?
La obra no termina el día que estrenaste, ahí empieza. Y después a medida que vas avanzando con las funciones la obra va creciendo, se va poniendo madura, a punto. Digamos que la parte de ensayo es una parte previa a la obra, el espectáculo recién es el día del estreno cuando ya hay un público delante que te mira y que digiere lo que vos hacés. Ahí se plasma el espectáculo.

Y después el hecho de trabajar en distintos lugares. A veces te tocan escenarios grandes y otras veces más chicos, con otro equipamiento técnico, quizás que tienen una sola salida. Están buenísimos los dos lugares porque te alimentan la experiencia y te hacen crecer como actor. Hay que adaptarse y esa es la tarea de actor.


Matías Mestas
*La entrevista fue publicada el sábado 19 de septiembre en Diario Resumen. Acceda a esa versión haciendo click aquí.

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