¿Boca, Sacachispas o Real Madrid?
Un recorrido fugazmente memorioso (como Funes,
el de Borges) por la nueva película de Boca, por dos copas intercontinentales
que me descubrieron la gloria eterna y por el desconsuelo que me causa que los
chicos de ahora, en vez de equipos argentinos, elijan ser Barcelona, Real
Madrid, Wolfsburgo o… ¿Schalke? ¿Eso con qué se come?
¿Boca, Sacachispas o
Real Madrid?
La semana pasada fui al cine con mi viejo a ver
la nueva película de Boca. Como hincha le doy cinco estrellitas, como
espectador objetivo, si es que se puede ser tal cosa ante la gloriosa historia
de tamaño club, cuatro. Pero esto no trata de si es mejor o peor, sino de mi
propia historia cuando esos jugadores hacían historia. “¿Vas a escribir sobre
la película en tu blog?”. Pues sí señor.
Es que revivir en la pantalla grande aquellos
triunfos de principios de milenio es algo impagable y vale mucho más que el 2x1
con el que adquirimos las entradas. Más que nada las famosas intercontinentales
que ya no existen, que ahora devinieron en “mundialitos”.
Pero antes del flashback, permítanme mencionar un pequeño detalle. Este fin de
semana que pasó estuve brevemente en un campeonato de fútbol intercolegial. Los
participantes eran todos alumnos de primaria. Y lo que llamó la atención de
muchos, supongo, también la mía, es que al momento de ver los nombres con el
que habían decidido llamar a sus equipos… eran en su mayoría clubes europeos.
Barcelona, Bayern Munich, Borussia, Real Madrid, Inter, Liverpool, Wolfsburgo, Schalke
(¿Wolfsburgo y Schalke? ¿Hasta dónde hemos caído para elegir estos equipos?) y
algún que otro brasilero. Casi ningún club argentino, o bien, ninguno. Ni Boca,
ni River, ni Chacarita, Fénix o Sacachispas.
Y ahí empecé a pensar que, claro, estos pibes
no tuvieron la misma oportunidad que yo de ver a un equipo argentino coronarse
campeón del mundo y destronar a esas
imposibles e inexpugnables potencias europeas. Aún así, en primaria me
acuerdo que fuimos Sacachispas.
Empezaba el milenio y vivíamos en un
departamento temporal allá por la zona del Abasto. Estábamos en el limbo tras
haber dejado el glorioso barrio de Caballito para irnos al campo, a Pilar. Pero
teníamos que esperar que se termine de construir la casa. En ese pequeño piso y
en una madrugada del año 2000 vi salir campeón del mundo a Boca Jrs.
Todavía me acuerdo de haber madrugado. Boca era
claramente el menos favorito. El Real Madrid, habiendo contratado a Figo, y con
Casillas, Raúl, Roberto Carlos, Guti y Morientes entre sus líneas amenazaba con
aplastar al Xeneize. Pero por esas locuras que da la vida, Palermo metió dos
goles antes de los primeros diez minutos (esos de los que sigue acordándose
Casillas, lo dijo hace un par de años) y Boca campeón. Por más que Roberto
Carlos se haya desvivido corriendo por la banda como un ser de otro planeta y haya
logrado descontar con esa zurda fenomenal.
Qué mejor que ir al colegio habiendo visto a
Boca ganarle al Real Madrid. Uno de esos equipos que son verdaderas selecciones
y fichan a los mejores jugadores del mundo que la plata puede comprar. Pero ese
año no los tenían, estaban en el club de la ribera. Y salen casi de memoria:
Córdoba, Ibarra, Bermúdez, Serna, Battaglia, Matellán, Basualdo, Riquelme,
Delgado, el Mellizo y Palermo.
Lo mismo pasó, y quién se hubiera animado a
decirlo, tres años después. Yo ya con diez veranos en mi haber. Vi caer al AC
Milán de Dida, Maldini, Cafú, Pirlo, Gattuso, Seedorf, Kaká y Shevchenko. Todos
esos jugadores que cualquiera elegiría con ganas para su propio once ideal.
Pero el Pato, Schiavi, Burdisso, Cagna, Cascini, el Mellizo, Donnet y Carlitos.
Y el penal que Costacurta le pegó a la tierra. Campeones del mundo. Otra vez.
Entonces cómo culpar a esos pibes por elegir
equipos europeos. Si nunca los vieron caer de sus pedestales frente a un equipo
argentino. Si nunca vieron al fútbol rioplatense enseñándole a bailar al del
mediterráneo.
Y me dirán que estoy viviendo de recuerdos. Que
eso pasó hace más de diez años. Y sí. Es que cómo olvidar todo eso. Quizás para
los equipos europeos ganarle a los sudamericanos no es tan importante. Pero al
revés la cosa cambia. Es la gloria eterna. Y más habiendo derrotado a esos
equipos legendarios. De cuando los grandes clubes españoles tenían mayoría de
jugadores españoles y los italianos mayoría de italianos; cuando el fútbol no
era tanto un negocio y un show de cortes de pelo para las cámaras, y se trataba
más de transpirar la camiseta.
La verdad que sí, si una película te genera
todo eso. Creo que vale la pena mirarla. Por lo menos una vez.
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