Cuando hay verdad en el relato (de un náufrago)
Parece
ficción, pero no lo es. Y cuando les escriba a continuación el verdadero título
de esta historia, se van a caer de culo. Es “Relato de un náufrago que estuvo
diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe
de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la
publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre”. La
abreviación que todos conocemos es ‘Relato de un náufrago’. Una historia que
muchos la tenemos por haberla leído en el colegio o en la universidad y que
narra algo que parece mentira, pero es la más pura realidad.
De entrada,
el título largo me hizo acordar a uno de los números artísticos de Les Luthiers: “La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa, la mojó en el arroyuelo y cantando la lavó, la frotó sobre una piedra, la colgó de un abedul”. Pero es nomás un dato de color. ‘Relato de un náufrago’ es una crónica
que Gabriel García Márquez publicó en 14 partes en el diario El Espectador de
Bogotá, en 1955, año en que aconteció el hecho.
La historia
narra, en primera persona, las peripecias de Luis Alejandro Velazco, quien
estuvo a la deriva por diez días en el Mar Caribe luego de que el buque de
guerra en el que viajaba tuviera un pequeño accidente (que era totalmente
evitable). Como resultado, ocho hombres cayeron por la borda y él fue el único
que sobrevivió para contarlo, circunstancia que terminaría por perjudicarlo
porque a la dictadura colombiana de la época no le convenía un testigo de la
situación.
El libro es
muy interesante, se lee rápido, y es un excelente ejemplo de un estilo
narrativo descriptivo, algo que suma mucho a la hora de revivir la aventura.
Como siempre, lo disfruté más cuando no lo tuve que leer por obligación (como
sí lo hice en el colegio o la universidad, no recuerdo). Y, si bien puede no
tener el ritmo o la cadencia de una novela de ficción, es un claro exponente
del realismo que puede generar un reportaje periodístico. Más teniendo en
cuenta que hay un solo personaje en soledad durante casi el cien por ciento del
relato. Lograr mantener un dinamismo en la narración de esa manera no es para
cualquiera. Hasta me hizo acordar en algunos aspectos a ‘El juego de Gerald’, de Stephen King, donde la protagonista durante toda la novela es una mujer
atada a una cama.
García
Márquez logra plasmar todo eso que sintió el protagonista y nos pone en
situación a la par de él. Como si fuera un retrato de la miseria, la
desesperanza, la desesperación, la resignación y demás sensaciones que
experimenta el personaje principal a lo largo de su vivencia. Y lo hace con un
poder de descripción magnífico, por ejemplo, en situaciones como: las
alucinaciones; la pelea con los tiburones; la presencia repentina de la
gaviota; la espera por unos aviones que nunca llegan.
Para
redondear, sepan que no deben acercarse a este libro esperando una cosa épica
porque no lo es. Tiene todo lo bueno de esa realidad que supera a la ficción y,
a la vez, carece de todos esos ribetes decorativos de los que suele disponer la
literatura de ficción.
La historia detrás de la historia
‘Relato de
un náufrago’ es un libro que, en principio, nunca estuvo destinado a serlo.
Como ya puse más arriba, se publicó como reportaje por entregas en un
periódico. No obstante, y paradójicamente, fue el declarado libro favorito por
el propio García Márquez porque fue el primero que escribió, pero no fue el
primero que publicó. Y esto porque lo publicó como libro recién 15 años después
de haberlo escrito, cuando se reencontró con el protagonista en 1970. García
Márquez ya era conocido para ese entonces y eso no pasó desapercibido por don
Velazco y su abogado que iniciaron una artimaña legal.
Qué sé yo,
hasta les diría que la historia detrás de la historia está igual o mejor. Para
saber un poco más, pueden escuchar el episodio 12 ‘Fútbol de náufragos’ del
podcast en el que hablo de libros y que hemos decidido llamar ‘De Fútbol y Libros’.
Una frase: “Yo sabía que cuando el viento aúlla en el
mar, cuando las olas se rompen contra los acantilados, uno sigue oyendo las
voces que recuerda. Y las sigue oyendo con enloquecedora persistencia: ‘Gordo,
remá para este lado’”.
Mi calificación para el libro: 4 estrellitas. Muy bueno. Las
historias reales, y bien contadas como en este caso, tienen un aditivo
espectacular, una ventaja incontrastable con la ficción.
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