Reportaje #15 - Vicente Gil: Cuando el periodismo te da una vida de película



¿Cuántas veces hemos salido del cine, después de ver alguna película, pensando en ‘qué bueno sería’ tener la vida de alguno de los personajes? ¿O que nos sucedan situaciones parecidas, aventuras, misiones imposibles que nos escriban un paréntesis en la cotidianidad de nuestros días? Siempre hay algo que nos mueve la imaginación y nos provoca la ilusión de algún día poder llegar a serlo. ¿Pero qué pasa cuando ya estás viviendo o ya viviste eso? Nuestro nuevo reportaje en Matias Dice Blog es a Vicente Gil, un periodista español cuya vida de película lo ha llevado a cubrir distintas guerras por Europa y África, a entrevistar a Pablo Escobar Gaviria en Colombia, a Fidel Castro en Cuba, y, casi sin quererlo, a ser presentador de informativos en la televisión española.

La primera escena

Corría el año 1989 y un joven Vicente Gil, con 24 años, entraba por primera vez a la redacción de Antena 3 Radio. Un lugar que se transformaría en su casa durante algún tiempo. “Eran redacciones llenas de humo, con mucha chispa, con mucha vida; con teletipos de rollos de papel que salían y su sonido ya de por sí marcaba una cierta tensión informativa”, nos cuenta Vicente. Los más jóvenes eran los que tenían que estar atentos a los rollos de noticias, cortarlos, seleccionarlos y repartirlos por las secciones. En pocas palabras, una escuela, viva y en movimiento, de criterio periodístico.

“Eran unas redacciones llenas de gente con una gran afición y sangre periodística en sus venas; era un sueño, realmente”, describe. Un sueño que fue el punto de partida, o podríamos decir, la primera escena de un film que todavía no terminó. “Me acostumbré durante varios años a vivir prácticamente protagonizando una película que era mi propia vida y el periodismo me permitía vivirla de esa forma”.

Matías Dice (MD): Hace poco estaba mirando la tele y enganché una película de Tintín. Me acordé que usted mencionó haber ‘vivido jugando a ser Tintín’. ¿En algún momento se imaginó que iba a vivir todo lo que vivió?
Vicente Gil (VG): Nunca. Yo vivía en Valencia, tercera ciudad de España. Una circunstancia dolorosa de mi infancia, como fue la muerte de mis padres, me trajo a Madrid a vivir con mis tíos. Mi familia me presionaba para que estudiara Derecho, una cosa seria. ‘Luego ya si quieres te dedicas a escribir’. Cuando me vine a vivir a Madrid, me fui a la facultad de Derecho a recoger el sobre de mi matriculación y, a la vuelta, pasé por Periodismo y recogí ese sobre también, por si acaso.


 Al final, terminó eligiendo su propio camino, con el apoyo de su tío. Pero nunca se imaginó que todo iba a ser tan rápido. Resultó ser que, en Antena 3 Radio, había personas que “sabían dirigir y dejar hacer a los que llegábamos recién como pipiolos a la profesión”. En una época difícil para España y para el continente europeo (casos de corrupción, terrorismo de estado, conflictos sociales, guerras, etc.), al joven Gil decidieron mandarlo como corresponsal de guerra.

“Para mí, era vivir un sueño; yo no sé si emulaba a Hemingway, a quien había leído por supuesto, a Manu Leguineche, una gran referencia del periodismo y los corresponsales de guerra aquí en España, o a Tintín, cuyos cómics había leído de pequeño… De repente me vi viviendo una película”, comentó Gil.

Trabajar en guerras

En un artículo de okdiario.com, Vicente escribió hace un par de años: “Recuerdo el primer camión frigorífico lleno de cadáveres mutilados al que tuve que subir para sacar unos planos y mostrar lo que pasaba. El olor a carne quemada en los tanques; el de las morgues atestadas y las cunetas. Aquel olor tardó tiempo en irse. Luego, me acostumbré. Como a la sangre. Ya no me afectaba”.

En un lugar entre las ciudades de Osijek y Vukovar, durante la Guerra de Croacia (1991-1995), los chetniks serbios habían matado ancianos, mujeres y niños, dejando sus cadáveres dentro de un gran camión frigorífico. “Recuerdo el plano que sacó mi compañero, el cámara de Antena 3, que empezaba en negro, pero en negro por la oscuridad del camión, incluso con la lámpara puesta, y conforme íbamos avanzando en la luz iban apareciendo cadáveres”, rememora Vicente. “Un espectáculo dantesco, y el olor a muerto se te queda durante mucho tiempo, incluso después de haber vuelto a Madrid”.

Su historial de coberturas incluye, además de la mencionada, otros conflictos bélicos como: las guerras de Bosnia (1992-1995) y de Eslovenia (1991), en Europa; y las guerras de Sierra Leona (1991-2002) y de Liberia (1989-1996), en África. Además de otros conflictos menores.

Y así como la anécdota del frigorífico tiene varias, como ya se podrán imaginar. “Hacer una historia sobre la morgue del hospital Kosevo, de Sarajevo, pues es dura, muy dura; todo ese tipo de cosas son duras, pero son duras por la gente que lo está pasando, tú estás ahí de testigo y asumes el riesgo de que te pueda pasar a ti también como le ha pasado a tantos compañeros a los que tuve que enterrar”, señala Gil.



MD: ¿Y cómo lo sentiste como periodista? ¿Es una responsabilidad? ¿Un deber? ¿Un trabajo?
VG: Primero como un trabajo, como un sueño. Por lo menos, cuando accedí a esta profesión, accedí románticamente. Uno cuando accede a esta profesión lo que quiere es ser corresponsal de guerra, vivir como en las películas esas que has visto. Había visto por aquella época ‘El año que vivimos peligrosamente’ y ‘The killing fields’. De repente vives una película, vas tomando conciencia, sobre todo me pasó con la Guerra de Bosnia y de Croacia, porque las viví completas. Vas tomando conciencia porque te das cuenta de que tu trabajo sirve. Sirvió para que Europa reaccionara, para que la OTAN reaccionara, y para que, por pura vergüenza de lo que los periodistas mostrábamos, tuvieran que actuar y parar aquella barbaridad. Una responsabilidad, claro que sí.

El miedo a morir

Inevitablemente, una pregunta fija ante reporteros como Vicente, que han arriesgado sus vidas en pos de mostrar la realidad, es si tuvieron miedo a morir en algún momento. Y su respuesta fue: “Miedo lo sientes; a morir… no sé si llegué a pensar en tanto”.

Sintió miedo, por supuesto, cuando unos chetniks serbios estuvieron a punto de fusilarlos en una cuneta al borde de una ruta. “En uno de los controles entre un pueblo y otro, en la Guerra de Croacia, nos paran; nosotros llevábamos lo típico para intentar confraternizar, tabaco y cosas, y entonces el intérprete, cuando nosotros estábamos queriendo ofrecerles tabaco a los chetniks, nos dijo ‘dejad de ofrecerles tabaco porque están diciendo que nos van a fusilar’”, narra Vicente. Los pusieron de espaldas, de frente al campo, mirando al atardecer, y lo siguiente que escucharon fue cómo cargaban los Kalashnikovs.

Su carrera lo llevó a ser presentador de informativos de Telemadrid y del Canal 24hs de TVE.

“Al final no nos mataron, se fueron; si no, no estaría aquí”, acota, entre risas de alivio. “Creo que no me han temblado tanto las piernas en mi vida como aquella vez; entonces sientes el miedo, pero el miedo es una buena arma defensiva porque te permite tomar decisiones en un momento dado sobre qué camino coger o qué calle no debes atravesar… porque en una guerra, que era una guerra de snipers, de francotiradores, no podías ir caminando por ahí”. De hecho, los serbios habían reclutado a los tiradores olímpicos del equipo de tiro de lo que había sido Yugoslavia, gracias a los cuales hoy tristemente se conoce al Bulevar Mese Selimovica, en Sarajevo, como la Avenida de los Francotiradores. Un corredor de la muerte, zona de tiro fácil para los snipers apostados en la montaña. Un paso en falso, un descuido, podía ser el último.

Y otra ocasión patente, en la que recuerda el miedo, fue cuando bombardearon el hotel en el que se alojaban. “Nos habían advertido ya que nos iban a bombardear, por eso quedamos prácticamente muy poquitos medios: un japonés, que siempre hay uno; un danés o algo así; Julio Fuentes, de El Mundo, que murió luego en la Guerra de Afganistán; Ramiro Villapadierna de ABC, y nosotros de Antena 3”, explica Gil. “Nos bombardearon con misiles Katiusha, recuerdo la sensación de salir volando en cámara lenta, de ver mis gafas volar, ver una nube negra y cristales que se venían hacia mí, y caer de repente otra vez a gran velocidad… lo único que piensas es como salir de ahí, pero no recuerdo un miedo paralizante”.

No obstante, no todo es negativo. Aún en aquellas horribles circunstancias, nuestro entrevistado destaca una lección que ha aprendido: las sonrisas de los niños y la capacidad de abstraerse de esas situaciones. Aun jugando con los cascotes de las ruinas de lo que habían sido sus propias casas. Incluso, el cambio instantáneo de los niños soldado africanos, de 10 o 12 años, cuando se les daba un juguete. “La conversión de un niño con el que estás hablando, al que le preguntas mirándole a los ojos a cuánta gente ha matado y él te cuenta que a 50, a 60 personas, porque entraron a su pueblo y mataron a su familia”, describe Vicente. La sonrisa de un niño en el semblante duro de quien ha propinado muerte.

Entrevistar a Pablo Escobar

Además de sus experiencias bélicas, Vicente Gil es uno de los pocos periodistas en el mundo que puede decir, sin faltar a la verdad, que entrevistó al infame narcotraficante más sanguinario de la historia de Colombia: Pablo Escobar Gaviria. Una entrevista de gran repercusión, cuyo origen fue de lo más sencillo. Casualidad, suerte, y eso que llaman ‘olfato periodístico’. “Fue algo tan sencillo como que una compañera de Antena 3 Radio, Marta Forn, y yo, nos fuimos de vacaciones a Colombia, a Cartagena de Indias, y habiendo coincidido que se había entregado Pablo Escobar y estaba en la Prisión de Envigado, decidimos ir allí, a Medellín”, comenta.

En la actualidad, entre otras cosas, Vicente es colaborador en programas de actualidad de la televisión española.

En ese entonces, en Medellín se registraban “diez muertos diarios”. Llegar a Pablo Escobar requirió más de un solo viaje a la ciudad, hablar con muchas personas hasta que la fuente “más insospechada” fue la que terminó siendo la adecuada. A las 7 de la mañana en punto de un día en el que Gil estaba de guardia en la redacción de Antena 3 Radio, ya de vuelta en Madrid, de los cientos y cientos de teléfonos fijos que había allí, “sonó el mío, preguntaron directamente por mí”. Y lo que dijeron del otro lado de la línea fue: “Don Pablo está listo, ya puede venir”.

En la entrevista, que no fue presencial, se lo puede escuchar a Escobar contestando preguntas sobre el vínculo del narcotráfico colombiano con las redes de contrabando de Galicia, España, ciudad que se había convertido en la puerta de entrada de la droga a Europa. También habla sobre su vínculo con políticos españoles (de los años 80), y sobre el hecho de que él decía entregarse para demostrar, con documentación, que muchos de los delitos por los que se lo acusaba no los había cometido él, sino el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y su director Miguel Maza Márquez. Todo ligado al Cartel de Cali, gran competidor de Escobar en el narcotráfico.

“Y después nos interesaba también la parte personal suya, porque para nosotros Pablo Escobar era lo que fue, un narcotraficante, un hombre despiadado que ordenó asesinatos brutales, pero queríamos entender desde el punto de vista corto qué significaba para ellos”, dice Vicente. “Y lo entendías perfectísimamente cuando cogías la carretera y pasabas de Medellín a Envigado; era como pasar de una ciudad con todas las problemáticas propias de aquella época, como era Medellín, a Envigado, que era como Suiza, todo mejorado con dinero invertido por Pablo Escobar para ganarse favores de su gente, con un cierto sentido de Robin Hood”. De ahí que en la región lo conocieran simplemente como ‘Don Pablo’.

MD: ¿Qué repercusión tuvo la entrevista?
VG: Una gran repercusión, porque Pablo Escobar no daba entrevistas. Hay pocas declaraciones suyas, que son sobre todo de su época de senador. Pero no hay muchas entrevistas. Fue un exclusivón que tuvo gran repercusión internacional. La tuvo en Colombia, porque nos llamaron de muchos medios colombianos para que les contáramos, y la tuvo en España a través de Antena 3 Radio y Antena 3 Televisión, y las agencias internacionales de noticias que también la replicaron.

En 2014, fue director y presentador del informativo matinal diario 'Madrid Despierta', junto a Cristina Sanz.

MD: ¿Cómo fue tener esa grabación entre manos estando en Colombia en aquel momento?
VG: Pues, realmente fue como tener una bomba que te podía estallar en cualquier momento. Con los años yo creo que lo que contaba Pablo Escobar era cierto y, de hecho, las investigaciones que hubo luego en Colombia demostraron que el General Maza Márquez y el DAS estaban relacionados con el Cartel de Cali. Entonces, evidentemente nosotros éramos conscientes de que estando allí nos estaba viendo y escuchando todo el mundo. Mi gran temor era eso, llegar al aeropuerto de Bogotá y encontrarme ‘casualmente’ con un kilo de cocaína en mi maleta. Y quedarme allí y que conmigo se quedaran mi equipaje, mi entrevista, la grabación y la exclusiva. Lo que hicimos fue grabar a través de teléfono, hacer varias copias con Madrid. Mi medio informó al gobierno español de que teníamos esa entrevista y que requeríamos cierta protección. Y supongo que todo eso fue lo que llevó a que yo pudiera salir de Colombia sin problemas.

A esto, Gil añade que en los últimos años lo han llamado “para hacer entrevistas y preguntarnos por él, para las series que se hicieron y tal”, y que incluso aún guarda documentación que Pablo Escobar le dio en aquella oportunidad.  “Documentación qué él me entregó, en concreto sobre la declaración que había hecho en prisión un teniente de la Policía Nacional colombiana acusando a sus mandos de muchos de los crímenes que habían sido noticia entonces”, dice Vicente. “En Colombia entiendo que todavía se preguntan si existe esa grabación del Teniente Porras y yo puedo asegurar que sí porque la tengo yo, transcrita y certificada con los sellos del juzgado que le tomó la declaración”.

Cinco horas con Fidel Castro

De ser expulsado de Cuba siendo corresponsal para la NBC estadounidense y catalogado por el G2 cubano como ‘espía de la CIA’ a estar parado hablando con Fidel Castro durante una madrugada por cinco horas, hay otro capítulo interesante para contar. Pero solo nos detendremos brevemente en él.

“A Fidel llegamos porque pedimos para conocerle, se nos dijo que no, y a las 12 de la noche nos llamaron al hotel porque ‘el comandante nos iba a recibir’; quise alquilarle la cámara a un colega japonés y uno de los cubanos que nos estaba vigilando nos dijo que no porque no se iban a hacer fotos”, relata Vicente.

Un joven Vicente Gil despidiéndose de Fidel Castro, luego de haberlo entrevistado en el Palacio de la Revolución, en Cuba. Fotografía del archivo personal de Vicente Gil, cedida exclusivamente a Matias Dice Blog. Prohibida su reproducción.

Dos horas los tuvieron esperando en el Palacio de la Revolución antes de que, a las dos de la mañana, los recibió Fidel Castro. “Nos tuvo de pie en una sala hasta las siete de la mañana sin parar de hablar” y a esa hora, en la puerta del Palacio, los periodistas se despedían del dictador bajando la escalinata por entre la guardia que, con los sables en alto, se cuadró ante la presencia del mandatario.

Disfrutar del periodismo

Y así llegamos a la escena final, nomás por ahora, de esta película que aún no ha terminado de filmarse. Con un Vicente Gil ya padre de familia que, entre sorbos de café en una cafetería de Pozuelo de Alarcón, Madrid, habla con un colega argentino para un blog. Que, con sus 50 años, todavía no descarta en algún momento escribir un libro aunque siempre mantiene que es periodista, no escritor; y que afirma haber disfrutado al máximo todas las facetas de su carrera periodística. Desde ser corresponsal de guerra hasta ser presentador de informativos en un estudio de televisión.

'Madrid Despierta', Vicente Gil y Cristina Sanz.
MD: La última pregunta. ¿Le gusta leer? ¿Tiene algún libro favorito para recomendar?
VG: Me gusta leer mucho de actualidad, de política, de sociedad, pero soy mal lector de novelas. No tengo ningún libro favorito y soy un mal lector seguido de un libro, voy picoteando de a tres o cuatro a la vez y, tarde o temprano, los acabo. El último que devoré fue ‘Patria’, de Fernando Aramburu. Que es probablemente el primer relato que se ha hecho, liberado de complejos y de miedo, sobre lo que se vivió en el País Vasco, el terror de ETA, llevado al extremo de la vida diaria de cada pueblo y de cada ciudad. Lo devoré en poquísimos días y te lo recomiendo si quieres entender bien qué fue la ETA en el País Vasco en concreto.

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