No todos tenemos el mismo acceso al tiempo

Jerome Ellis, en su presentación en el Poetry Project. Ph: Ted Roeder

Hace un par de semanas me encontraba yo escuchando uno de los episodios, el 713, del podcast ‘This American Life’ (que se los recomiendo mucho) y una de las historias me cautivó tanto que decidí, en algún momento, compartirla acá en el blog. El episodio en sí, se llama Made to be broken (en español, ‘Hechas para romperse’) y se narran dos historias sobre las reglas, las normas, y cómo la gente las rompe. Ambas están muy piolas, pero la primera fue la que capturó mi atención. Porque habla de algo que todos damos por sentado, algo que es simplemente así porque es así, pero que, para mi sorpresa, no lo es para todo el mundo. Me refiero al tiempo. No todos tenemos el mismo acceso al tiempo.

 

Qué lindo es cuando algo, un libro, un podcast, una conversación en la calle, lo que fuera, tiene esa capacidad de dejarte pensando y reflexionando sobre la vida. Incluso, en las pequeñas cosas. En este caso, como lo cuenta Sean Cole (en este episodio, en reemplazo del gran Ira Glass), fue una presentación en un evento, el St. Mark’s Poetry Project, en una vieja iglesia del Bajo Manhattan, en Nueva York. Un evento en el que, cada año, suelen presentarse más de 150 artistas en un día, y para que todos puedan hacerlo, solo les dan algunos minutos para mostrar su arte. En consecuencia, más que nunca, el tiempo es oro.

 

De repente, uno de los artistas, Jerome Ellis, un músico, se sube al escenario, pero sin instrumento alguno. Y empieza a decir: “El estado brasileño de Mato Grosso do Sul tiene una ley que obliga a las compañías telefónicas a ofrecer un 50 por ciento…”. Y se detiene en mitad de la frase. Hasta se le nota un ligero temblor, como si estuviese haciendo toda la fuerza del mundo para continuar, sin lograrlo. “…de descuento…”, y cada palabra que logra salir de su boca lo hace con mucho esfuerzo, entre medio de otros sonidos breves y repetitivos, como un motor que no arranca. “…a sus clientes…”, y sigue un largo rato más así. Hasta que el músico cambia del inglés al portugués y, de un tirón, concluye: “…a sus clientes con cortes en el tiempo y fluidez de su habla; esto es, clientes que tienen problemas para hablar, como yo”. Sí, Jerome es tartamudo.

 

Y más adelante en la entrevista, Jerome tira una de las frases que fue la que, realmente, me llegó. “Establecer un límite de tiempo es asumir que todas las personas tienen relativamente el mismo acceso al tiempo a través de su habla, algo que no es cierto”, dijo. Y más adelante: “Tratar diferentes cosas de la misma manera puede generar tanta desigualdad como tratar las mismas cosas de manera diferente”.

 

Eso y todo lo demás que expone Jerome en este episodio de ‘This American Life’ es lo que me hizo pensar en cuántas cosas habrá, tan generales y abstractas como el tiempo, que consideramos normales y que, en realidad, no lo son. Una frase que decimos, o una simple palabra, en la que nos demoramos unos pocos segundos, para otras personas puede convertirse en algo tremendamente difícil. Y, sin embargo, ahí vamos por la vida sin darnos cuenta de ello, estructurándolo todo bajo el manto de lo que nosotros consideramos normal y que, evidentemente, no lo es.

 

Simplemente, eso. Compartirles esta idea, esta reflexión, sobre algo tan normal como el tiempo y el acceso que tenemos a él. Para valorarlo conscientemente un poco más, quizás. Para comprender que el tiempo, más que oro, es vida. Y hay muchos por ahí que están diariamente, dándolo todo, para poder hacer algo tan ‘normal’ como hablar.

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