Cazatalentos
Como ya
hemos afirmado en ciertas oportunidades, un bar es un excelente lugar paracosechar historias. Una vez más, podemos decir que es así. Si andás en busca de
inspiración para escribir algo, una mesa de un bar, un café y un par de medialunas,
son gatillos disparadores para lo que sea. Solo es cuestión de estar a la
espera, como un cazador, como un leopardo agazapado en el Serengueti africano.
Me pasó hace algunas semanas, di con un cazatalentos futbolístico. Sí, la
metáfora del cazador cazado. La adrenalina del backstage de un equipo del
ascenso, cuya fe sobrevuela desde la estratósfera el rendimiento de su club.
En algúnpunto me hizo acordar a la excelente película ‘Moneyball’, protagonizada por Brad Pitt y Jonah Hill. No obstante, acá hablamos de fútbol y no de béisbol. Y
el personaje principal dista demasiado de la fama y atractivo que puede llegar
a tener el ex marido de Angelina Jolie. Más bien, nuestro cazatalentos es
robusto, de unos largos cuarenta años, pelo corto canoso y con algunas
entradas, testigos de vayan a saber cuántos talentos que nunca llegaron a
despegar en el mundo del ascenso del fútbol argentino. Camisa manga corta a
cuadros, como un desabrochado tablero de ajedrez de la indumentaria, y bermudas
grises. Porque sí, hacía calor.
Con la mano
izquierda sostenía su celular, mientras que con la otra disfrutaba de una
enorme taza de té. Sus anteojos estaban a punto de suicidarse, asomándose
peligrosamente al precipicio de su nariz que, transpirada, se asemejaba a uno
de esos toboganes enjabonados de los parques acuáticos. Pero claro, esos
anteojos tenían más agarre que Indiana Jones en alguna de sus aventuras.
Además, eran claves. No sea cosa de que llamara al jugador equivocado. Detrás
de él, colgado entre dos faroles sobre su cabeza, un cuadro random de un
jarrón. ¿O era un florero?
“En tres o
cuatro años estamos en la B nacional”, dijo, después de marcar un número en su
teléfono. “¿Vos qué tenés de bueno para mí?”, inquirió. Un tres por izquierda y
un seis “más o menos alto”. En otras palabras, un carrilero zurdo y un defensor
central no tan alto. “¿Cómo ‘más o menos alto’? Es alto o no es alto, no existe
más o menos alto”, se quejó nuestro interlocutor estrella. “Te pregunto porque
después el técnico me pregunta a mí”, continuó.
Claramente
pareció más interesado en el carrilero zurdo que en el central de dudosa
altura. Hace cuánto que se viene diciendo en el ambiente futbolero que al
fútbol de primera división le hacen falta sacar laterales. ¿Dónde quedaron los
Ibarra, los Zanetti, los Ferrari, los Pablito Zabaleta? Y dale con Pernía.
Quizás la respuesta a todo eso, el futuro Roberto Carlos argentino, haya
surgido de esa conversación telefónica y esto no sea más que la transcripción
de un momento histórico. El tiempo dirá.
Por lo
pronto, en este ‘Moneyball’ de primera D, la línea de convencimiento de nuestro
cazatalentos para con la otra parte de la negociación era que su equipo estaba
formado por jugadores provenientes de las inferiores de clubes de primera
división. “No tienen experiencia pero sí una gran formación”, señaló, como si
esto fuera un aspecto diferencial. Es curioso como es lo contrario a lo que
buscan las empresas en la gente joven. Habría que habernos dedicado al fútbol.
La
conversación siguió hasta que se le terminó el té y yo en algún momento me fui.
Mientras salí del bar me acordé de otra experiencia cercana que tuve con
cazatalentos deportivos. Fue en mayo de este año, viendo a los San AntonioMissions (un equipo texano de béisbol de las ligas menores estadounidenses).
Eran dos, uno negro y una blanco, los dos altos y parecían estar más en forma
que los jugadores. Miraban el partido y hacían las anotaciones pertinentes en
una tablet. Quizás habría que llamarlos a ellos para que nos encuentren un carrilero
como la gente.
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