El detrás de escena del turismo corporativo chino en Argentina

Siguiendo la misma línea de “La primera incursión de la yerba mate en China”, otra persona vinculada a la movida en aquellos años nos relató algunos detalles de cómo se manejaba el turismo corporativo. Recordemos que esto era a principio de milenio, imaginamos que ya quedó atrás. Pero la realidad, parece ser, era que el interés iba más por el lado del turismo nocturno que lo corporativo. Vamos a ello.


“Yo trabajaba en una empresa de viajes para recibir turismo corporativo chino”, comentó J. (volvemos a resguardar la identidad de nuestro interlocutor por expreso pedido del mismo). “Era un delirio total, había que conseguir una carta de invitación porque los viajes los financiaba el estado chino, no es que eran financiados por las empresas privadas; en realidad, después vos vas viendo que en China siempre te vende y te compra el estado, porque las empresas son mixtas”.

Admiración era lo que emanaba J. al momento de describir la forma de trabajo de los chinos. Más allá de la presencia del estado en las empresas, para J. el hecho de que “todo lo que hacen es estratégico” es digno de admirar. “Tienen planes quinquenales, son tipos que piensan a largo plazo y verdaderamente son hormigas trabajando, no levantan la cabeza hasta que consiguen lo que quieren”, dijo.

“Arreglaban toda la movida nocturna y alguna otra cosa más extraña; las veces que nos pidieron a nosotros les dijimos que nosotros no hacíamos eso”.

Sin embargo, volviendo al tema del turismo corporativo, las comitivas que venían al país evidentemente estaban más interesadas en pasear y en degustar otras atracciones de Buenos Aires, que en cualquier otro tipo de negocio (¿y quién no?). La única consigna, y desafío, era lograr conseguir una carta de invitación de algún ente gubernamental o de empresas privadas locales. Así era la única forma de que el estado chino libere los fondos para solventar el viaje y los viáticos diarios.

“Todos sabían que, en realidad, a los chinos no les importaba mucho la reunión con la empresa argentina; nosotros teníamos que ir a conseguir de alguna manera la carta de invitación, sea por algún contacto o, en algunos casos, hasta te la querían vender”, reveló J.

En efecto, de acuerdo al testimonio de J., las reuniones se demoraban una hora nomás y de ahí en adelante eran días para hacer turismo. Los barrios de Recoleta y Palermo, casinos, paseos, la noche porteña, y otros cuentos... 

“Lo más gracioso era que, cuando llegaban, arreglaban todo con los guías chinos en chino y vos no te enterabas absolutamente de nada; y mirá que yo estudié chino mandarín, pero hay tantas variantes del chino y lo hablan a tal velocidad que se te hace imposible”, indicó J. Y finalizó: “Arreglaban toda la movida nocturna y alguna otra cosa más extraña; las veces que nos pidieron a nosotros les dijimos que nosotros no hacíamos eso”.

Como dicen, ‘la curiosidad mató al gato, pero la satisfacción lo trajo de vuelta’.

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