Reportaje #17 - Raúl Pascual: El desafío de ser bombero en España durante el coronavirus

Con la máscara blanca, Raúl en medio de una exhibición de Rescate en Accidentes de Tráfico.

Son las 7.50 de la mañana, Raúl Pascual llega al parque de bomberos (al cuartel, diríamos en Argentina) y ficha su ingreso. Un nuevo día en la oficina para un bombero de la Margen Izquierda de Vizcaya, una de las tres provincias que componen la comunidad autónoma del País Vasco (Euskadi). La primera actividad del día es un briefing en el que el equipo del turno anterior les informa de las novedades, luego se les asignan las funciones para el día. Hoy Raúl estará a cargo de conducir el camión. Luego, toca revisar los vehículos y las herramientas. A las 10 de la mañana es momento de desayunar algo, con un cafecito. Pero desayuno liviano, porque a partir de las 11 comienza el entrenamiento diario, hasta las dos de la tarde, hora del almuerzo. A partir de ahí, es esperar, cada uno en la suya. Hasta que suene ese timbre, señal de que hay que salir preparado para lo que sea.


Más de cincuenta días han pasado ya de cuarentena obligatoria en España y en Matias Dice Blog nos metemos en la vida de un bombero vasco. Vale la pena recordar que, detrás de Madrid y Cataluña, Euskadi ha sido uno de los primeros y principales focos de coronavirus en territorio español. Y si bien el agradecimiento para con los sanitarios y la policía es constante (salvo en el caso de algunos desubicados), resulta verdaderamente interesante conocer el laburo de los bomberos en estas circunstancias. Y, por supuesto, el merecido aplauso.

Antes del coronavirus

Sin embargo, para conocer y ponderar como corresponde su trabajo en tiempos de pandemia, es menester primero saber cómo eran las cosas antes del Covid-19. Porque, a diferencia de Argentina, en donde los Bomberos Voluntarios no reciben el pago de un sueldo como tal, acá en España la tarea está absolutamente profesionalizada. Son funcionarios públicos profesionales y para poder trabajar de ello han de superar exámenes teóricos y prácticos que cada año son más complejos.

“Dependiendo de a qué administración corresponda el servicio de bomberos, generalmente son uno o dos exámenes teóricos bastante potentes, que cada vez son más exigentes especialmente en lo teórico en cuanto a materias específicas de bomberos, también hay mucha física, mucha química”, señala Raúl. “Después siempre se piden unas pruebas físicas, deportivas, y luego manejo de destreza de camiones, porque ahora la plaza no es solo de bombero, es de bombero y conductor”.



Es así, en el caso de los bomberos del País Vasco, todos deben saber hacer todo. Un día te pueden asignar la función de conductor del camión y a la siguiente guardia desempeñar las tareas propias de bombero. Y no solo eso, al tratarse de una comunidad autónoma con otra lengua oficial, también se les exige un examen de euskera que acredite una competencia lingüística avanzada de dicho idioma. Como fue el caso de Raúl, la preparación para todos estos exámenes y pruebas no es para nada fácil.

Matias Dice (MD): ¿Dónde se estudia para preparar los exámenes? ¿Hay academias, institutos?
Raúl Pascual (RP): Hay academias para prepararse, sí. Hay entrenadores deportivos específicos para las pruebas. Está muy profesionalizado el acceso, la verdad. Hay gente que se dedica a tiempo total en la preparación, como fue mi caso, por ejemplo, a estudiar, a entrenar. Es requisito obligatorio tener los carnets de camión de todo tipo. Si el servicio de bomberos tiene competencias marítimas, los cursos correspondientes de embarcaciones. También otros cursos de materias relacionadas a la actividad, porque te agrega puntos a la hora de la fase de concurso. Y estos cursos son aparte de los exámenes requeridos, porque al final todo suma en el cómputo global.

Raúl tiene 42 años, es padre de familia, y hace 10 que se dedica a ser bombero profesional. Tardó tres años en preparar y poder aprobar los exámenes. “La primera oposición a la que me presenté, suspendí la última prueba que era la de conducción de camiones”, comenta. “Y, pues, a los siguientes dos años, hasta que hubo la siguiente Oferta Pública de Empleo (OPE), en esa ya me presenté y lo conseguí; durante ese tiempo, como había suspendido la prueba de camiones, me busqué trabajo de camionero para practicar y estuve aquí en el servicio de limpieza de Bilbao recogiendo con el camión de la basura, conduciéndolo todos los fines de semana por la noche”.

Su equipo de guardia al completo.

MD: ¿Cuándo supiste que querías dedicarte a esto?
RP: No te voy a decir que desde pequeño, pero ya desde adolescente siempre se me había ocurrido. Pero como siempre hemos estado enfocados en la idea de ir a la universidad, sea por la influencia de los padres, de los amigos, o del colegio, las opciones que se barajaban nunca te hablaban del mundo del funcionario público. Entonces tuve la idea como un poco aparcada. Luego, fue ya cuando iba acabando los cursos de Derecho en la universidad cuando me di cuenta de que laboralmente no quería introducirme en ese campo; entonces volví a retomar la idea de lo de bombero y esta vez me lo tomé en serio. Cuando se lo dije a mis padres, lo recibieron con sorpresa, pero me apoyaron totalmente, me ayudaron sobre todo en los inicios que hace falta dinero para empezar con los cursos. Por suerte, yo ya tenía el título de socorrista y de monitor, porque sabes que hemos sido nadadores en la familia; entonces trabajaba mucho los fines de semana para poder pagarme los estudios en esta vaina.

MD: ¿Y para vos qué significa ser bombero?
RP: Es un poco un modo de vida. Porque al final eres bombero no solo cuando estás en el parque. Te encuentras muchas situaciones en la vida en la que te tienes que identificar como bombero y ayudar. Para mí es un orgullo, me siento bastante orgulloso de mi profesión, y me siento bombero todos los días del año, independientemente del trabajo.

MD: ¿Por qué bombero y no policía, por ejemplo?
RP: No sé, porque de joven me llamaba esa profesión. Lo veo como algo más cercano. El policía y el hecho de tener un arma, la autoridad, no me llama tanto. Me veía en el mundo de los bomberos, por las destrezas, el tú a tú con las personas. De todas formas, dándole vueltas a la pregunta y aparte de que no me atrae el trabajo de policía, es una profesión que me merece mucho respeto y no sé si estaría capacitado para su ejercicio.

Durante una práctica de rescate en ríos.

Tareas, funciones y miedos

En el parque de bomberos de la llamada Margen Izquierda (uno de los más importantes de Euskadi en cuanto a salidas, territorio y población que abarca, ya que cubre los municipios de Baracaldo, Portugalete, Santurce, Sestao) trabajan 10 bomberos y dos cabos por guardia. Eso en lo referido al personal interviniente, la escala operativa. Asimismo, hay otra escala, la técnica, más dedicada a la coordinación de los operativos, en las que suele haber un sargento y un jefe de guardia. Cada guardia es de 24hs y 20 minutos. Después, por lo general y dependiendo de la época del año, tienen cinco días libres en los que tienen prohibido por ley desempeñar cualquier otra actividad laboral.

Y en cuanto a las tareas que desempeñan, como dice Raúl, “hay de todo, son innumerables”. Con la que más se los asocia, por supuesto, es con la de apagar incendios. También su trabajo incluye accidentes de tránsito, rescates en superficie, rescates acuáticos, rescates de montaña, rescates de animales, incidentes con mercancías peligrosas o infecciosas, fugas de gases, remover enjambres de abejas y avispas, remover árboles que caen sobre las calles o sobre el tendido eléctrico, y un largo sinfín de etcéteras. Además, hay que tener en cuenta que el equipamiento completo que utilizan para apagar incendios pesa entre 20 y 22 kilos (esto incluye botas, todo el traje especial, casco y la ‘botella de aire’). “Nos arrastramos, más las mangueras que haya que subir, durante el tiempo que sea necesario”, describe.

“Y eso que puedes estar trabajando al lado de una persona que puede estar literalmente con el estómago en las manos, con las tripas fuera, o con un miembro amputado”.


“También hay una cosa que nosotros llamamos ‘apertura’ y que ahora con lo del Covid habrás oído, y es que nos llama la gente para acceder a domicilios, porque es función nuestra, la policía no puede acceder”, indica Raúl. “Nosotros somos judicialmente los encargados, cuando una persona no contesta en una vivienda, de acceder a ella, bien sea rompiendo una ventana o tirando la puerta abajo; suele pasar mucho con familiares, con gente mayor, que llevan varios días llamándoles y no dan con ellos”.

En este sentido, cuenta Raúl, son ese tipo de episodios los que le suponen el mayor desafío. “Hombre, una entrada a vivienda siempre es un desafío, no por lo que ves, que puede ser un cuerpo muy descompuesto y, pues, por el mal olor la gente acaba sospechando y te llama”, dice. “Te hace pensar, te revuelve un poco, la soledad, en qué condiciones vive la gente, te lleva un poco a la tristeza”.

Para él, esas son las situaciones que más lo revuelven. La soledad, la gente que muere sola por el abandono o, incluso, la gente que se suicida y ver las condiciones que les han llevado a tomar esa decisión. “Pero las cosas que la gente suele pensar, los accidentes, los incendios, no me lo llevo a casa ni le doy vueltas”, revela. Y agrega que sí, que son muy potentes también esas situaciones pero que, por la adrenalina del momento o por estar tan enfocado en su tarea, apenas se fija. “Y eso que puedes estar trabajando al lado de una persona que puede estar literalmente con el estómago en las manos, con las tripas fuera, o con un miembro amputado”.

MD: Mencionabas el tema de la adrenalina. ¿Sentís miedo al momento de enfrentar alguna de esas situaciones?
RP: Miedo sí, sientes miedo. Muchas veces no, porque confías, ya son situaciones que has vivido, que has entrenado, confías en el equipo que llevas encima y en el equipo de personas que llevas a tu lado. Entonces muchas veces no sientes ningún miedo. Pero en otras veces, cuando estás en una intervención y te das cuenta de cosas que son realmente peligrosas, pues hombre, sí que lo piensas. Lo que pasa es que, bueno, tenemos igual una capacidad para gestionar ese miedo que te hace controlar la situación y llevar a que las cosas salgan bien, aunque tú verdaderamente tengas miedo.

Con el equipo, después de una exhibición.

Tiempos de pandemia

Como a todos, el coronavirus ha cambiado nuestra denominada normalidad. Y pese a las connotaciones negativas de la cuarentena, los llamados por siniestros no relacionados al coronavirus han bajado considerablemente. Cuando en un mes, antes de la cuarentena, lo común era tener entre 10 o 20 intervenciones, en los últimos 50 días ese número apenas llega a cinco, con solo un incendio potente en el pabellón de una empresa. Ahora, con el verano a la vuelta de la esquina, será temporada de remover enjambres de abejas y avispas, que es lo que más ocupa a los bomberos en época estival.

No obstante, si bien el número de salidas no relacionadas al Covid-19 se redujo, la pandemia acrecentó otras tareas, como las ya mencionadas ‘aperturas’, y trajo consigo otras relativamente nuevas, como pueden ser las de desinfección de las residencias de ancianos.

MD: ¿Cómo se adaptaron a la cuarentena en el parque? Porque imagino que debe haber habido cambios.
RP: Sí, pues, hemos tenido cambios. Sobre todo, en muchas salas en las que estamos se ha limitado el aforo. Entonces, por ejemplo, ese briefing de la mañana, hemos cambiado de sitio y hemos ido a una sala más grande en la que podemos respetar los dos metros. Nos llevamos cada uno nuestra comida, cuando antes, en cada guardia, a uno le tocaba cocinar para todos. Ahora comemos en turnos para garantizar la separación en el comedor.

Antes de la cuarentena, en una visita escolar.

En lo que refiere a mascarillas y a protección, tienen todo tipo de opciones. Para estar dentro del parque, el servicio pone a disposición mascarillas quirúrgicas. Después, para trabajos de desinfección, tienen las mascarillas con filtro, de esas que cubren la cara. A éstas, Raúl las describe como las más potentes, “que ya las tenemos para incendios forestales o para ciertos tipos de ambientes tóxicos”. Y luego, para intervenciones con posibles casos de enfermos de Covid, tienen las mascarillas modelo FFP2, “que son las que ni tú contagias ni te puedes contagiar tú”.

Por otra parte, se les ha proporcionado ciertas directivas en relación a los accesos a viviendas con posibles casos Covid. Éstas incluyen: llevar mezclas de legía para rociar las botas al entrar y salir de la vivienda; uso de doble guante; uso de los trajes blancos y mascarillas específicas, más las gafas de protección.

En esta misma línea, para el bombero también otra medida de protección es la experiencia que se va adquiriendo. “Porque esto no deja de ser algo nuevo, algo para lo que no hemos entrenado, y, más que nada, algo que no vemos; entonces, al principio, generó un poco de miedo y alarma, pero luego ya nos hemos ido poniendo en tarea, en lo que nos toca, y pues bueno, la experiencia te va dando más herramientas para controlar esos miedos, vas actuando un poco en consecuencia de ello”, señala.

Sin embargo, aunque se tomen todas las precauciones y medidas de protección con respecto al coronavirus, hay ciertos momentos inherentes a la profesión del bombero en las que es imposible cumplirlas. “Lo que pasa es que luego hay una intervención y ya, simplemente al ir en el camión, no se pueden respetar las distancias”, explica. “Y si tenemos una intervención de fuego potente, como tuvimos hace unas dos semanas, pues entonces intercambias sudores, gritos, y de todo”.

Un hincha de Boca for export.

MD: Y la pregunta de rigor en este blog. ¿Tenés algún libro o autor para recomendar? ¿Lee el bombero en cuarentena?
RP: No soy muy lector, eh, llevo un tiempo sin leerme un libro. Me gustan las autobiografías. Pero uno que sí me llamó de joven fue ‘Sicario’, de Alberto Vázquez Figueroa, que trata sobre los niños de la calle de Brasil y de cómo uno de ellos se convertía en sicario.

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