Reportaje #12 - Jeanette Grotessi: Una azafata argentina en los Emiratos Árabes
¿Alguna vez
imaginaste dejar todo e irte a vivir a Medio Oriente, siendo tu laburo el de
volar por el mundo? Cambiar Buenos Aires por Dubái y que tu trabajo sea volar
por los aires alrededor del globo, a priori, suena muy bien. Y esa fue la
elección que tomó Jeanette Grotessi hace casi seis años, cuando dejó su puesto
como recepcionista en un spa del barrio de Recoleta para presentarse en
Emirates (una de las aerolíneas árabes, con sede en Dubái). No fue un proceso
fácil y la vida en aquella ciudad emiratí no es para el gusto de todo el mundo;
sin embargo, ella se la pasa más entre vuelos y aeropuertos, y tiene un montón
de historias para contar, como la de un hombre que se desnudó en pleno viaje.
Voy a
empezar diciendo que hace mucho tiempo que tenía ganas de entrevistar a una
azafata porque siempre imaginé que coleccionaban anécdotas de todo tipo. La
fortuna hizo que pudiera comunicarme con Jeanette, quien para esta entrevista
me atendió desde Suiza (entre un vuelo y otro) porque en los Emiratos Árabes
Unidos (EUA) está bloqueado Skype por cuestiones regulatorias. Como lo suponía,
tenía muchísimo para contar de su trabajo y, de yapa, cómo es la vida en Dubái.
Así que fue un golazo por partida doble. Ahora sí, fin del autobombo.
Lo más
curioso de todo, si vamos a los orígenes, es que nuestra protagonista del
reportaje no se le había pasado por la cabeza ser azafata hasta que una cliente
del spa (una tripulante de American Airlines) le tiró la idea. Ahí empezó la
travesía. Desde el primer momento quiso apuntar a una aerolínea internacional
y, después de asesorarse un poco en el tema, se decidió por Emirates (las otras
dos grandes de los EUA son Etihad en Abu Dabi, y Qatar en el país homónimo). Si
bien hay mucha gente que va a esas entrevistas cinco o seis veces y no queda,
Jeanette logró ser aceptada en el primer intento.
Los
Tripulantes de Cabina de Pasajeros (TCP) como nuestra entrevistada tienen en
Emirates entre 80 y 100 horas de vuelo por mes. Una cantidad horaria que la
dividen en tres tipos de vuelos: los layovers,
en los que se quedan 24hs en una ciudad determinada; los turnarounds, que son ida y vuelta y casi ni se bajan del avión; y
los ‘multisectores’, que son los vuelos con una escala, recién parando 24hs en
el último destino para luego volver haciendo los mismos pasos. A mediados de
cada mes, cada TCP recibe la programación de los vuelos del mes siguiente como
para ir organizándose.
Argentina es mundial
La
aerolínea Emirates cuenta entre sus filas con más de 16.000 asistentes de
vuelo de distintas partes del mundo, de los cuales, según Jeanette, alrededor
de 600 son argentinos. Es tal la cantidad de TCPs que habiendo estado casi seis
años trabajando allí, aún le toca compartir vuelo con colegas que nunca antes
vio. “Es una aerolínea muy cosmopolita en la que cada vez hay más argentinos”,
comentó.
Para ella,
el hecho de que más y más coterráneos decidan trabajar en la compañía es la
seriedad y el buen trato que brindan a los empleados. “Te ofrecen un paquete completo con un lugar
para vivir en Dubái, con acceso a cualquier hotel que queramos, transporte al
aeropuerto, te pagan los viáticos durante los layovers…”, señaló. Asimismo, añadió que es tal la seguridad que
hay en la ciudad que ni siquiera cierran con llave la casa. Igualmente, no todo
es color de rosa, pero ya lo veremos más adelante.
Paradójicamente,
por el uniforme y por su apariencia, en el 90 por ciento de los vuelos en los
que trabaja, los pasajeros piensan que Jeanette es de origen árabe. Son
presunciones que se disipan al instante de encontrar algún pasajero argentino. “Por
lo general, siempre doy un trato especial a los argentinos, existe esa
complicidad, y después me saludan con un beso que para nosotros es algo normal
y en otros lados del mundo es raro; también me he encontrado compartiendo unos
mates con argentinos en pleno vuelo a Nueva Zelanda, es que tenemos esa
confianza de como si nos conociéramos de toda la vida”, dijo.
Los pasajeros
Dentro del
mundo de los vuelos, los mismos pasajeros son un mundo. Por lo menos para los
tripulantes de cabina. Desde ponerles nombres inventados entre ellos para
después identificarlos más fácilmente hasta preferir algunas nacionalidades por
sobre otras. Una práctica común que, por supuesto, también es sumamente
subjetiva. Es seguro que cada TCP tenga una preferencia de nacionalidad de
pasajero diferente.
Matias Dice (MD): ¿Cuál es tu ideal de pasajero?
Jeanette Grotessi (JG): Los japoneses. Te lo digo así, con
los ojos cerrados. Te devuelven la bandeja más ordenada que cuando se la
entregás. Este trabajo tiene mucho de eso, te enseña a nivel cultural, cosas
que para mí son normales, para otras personas capaz es ofensivo. Por ejemplo, a
los japoneses no se les entrega nada con una sola mano, sea lo que sea es con
las dos. O en Japón, otra cosa, es de mala educación que ellos te acepten una
propina en un restaurante. O bien, en China, me ha pasado que el recepcionista
de un hotel cinco estrellas eructe y escupa en la mitad de una conversación, y
allá es algo normal y en Argentina es una falta de respeto total.
Se trata
del relativismo cultural, algo que abunda en el mundo y del que, quizás, muchos
de nosotros no estamos al tanto. Lo que para algunos es normal para otros es
algo completamente fuera de lugar. En los EAU, otro ejemplo que mencionó Jeannete,
durante el mes de Ramadán, no se puede salir a comer, ni a tomar, ni a fumar,
por una cuestión de respeto. En Nigeria, otro caso, para llamar a las azafatas
les chistan y les dicen ‘sister’, “y es algo que, la primera vez, te descoloca”.
Es por todas estas cosas que, cada vez que se vuela a un país, la aerolínea
trata de tener por lo menos un tripulante que hable el idioma nativo.
MD: ¿Y los pasajeros problemáticos? ¿Cómo se
lidia con esas situaciones?
JG: Con muchísima paciencia. Siempre en lo que nos
hacen hincapié es que cuando no podés manejar una situación, es mejor irse y
dejarle el problema a otro tripulante, para eso tenemos supervisores y jefes de
cabina. O incluso, a veces, es un problema de idioma; a la gente le gusta
quejarse con alguien que hable su propia lengua. Pero sí, hay nacionalidades
que son más difíciles de trabajar que otras. Por ejemplo, los indios son muy
demandantes, saben todo lo que tenés y te van a pedir todo. Aparte, la mayoría
no comen carne y por lo general se olvidan de aclararlo cuando compran el
pasaje, entonces después uno tiene que salir a arreglar ese tema a último
momento.
MD: ¿Qué fue lo más loco que te pasó en un
avión?
JG: Que se haya desnudado un pasajero. Fue en un
vuelo a Johannesburgo. El hombre se iba a reencontrar con un hijo tras 15 años
de no hablarse por distintos problemas. Se ve que estaba muy nervioso y ahogó
las penas en alcohol. Y en el avión, con la altitud, el alcohol tarda en hacer
efecto; es algo muy recurrente en la aviación, sobre todo en nuestra aerolínea
que provee alcohol gratis. Este hombre se desnudó por completo en la cabina y
fue un momento incómodo para todos los que estábamos ahí.
Después me
ha pasado también que un pasajero, en vez de ajustarse el cinturón, no sabía
cómo hacerlo y se lo ató. Eso pasó en Bangladesh, que por lo general es gente
súper humilde que van a trabajar como albañiles a Dubái. Me dio hasta ternura.
Y otro caso fue el de un hombre que, después de la explicación de seguridad, vio
el video y entendió que tenía que ponerse el chaleco salvavidas. Lo pudimos
parar justo antes de que comenzara a inflarlo.
Vivir en Dubái
Afirmábamos
antes que Dubái es un lugar muy seguro para vivir. Podés dejar el teléfono en
el taxi, la puerta de casa sin llave, las cosas totalmente descuidadas, y nadie
te va a robar nada. Decíamos también que no todo es color de rosas. El tránsito
es caótico; en verano no se puede estar al aire libre porque hacen casi 50
grados; y otras cosillas por el estilo. No obstante, en lo que hace a lo
estrictos que son con las costumbres musulmanas, en la comparación Dubái es un
emirato “bastante más liberal porque es muy cosmopolita”.
Y es que
eso es lo que están tratando de hacer en Dubái, hacerlo más atractivo para los
turistas extranjeros. Por eso están invirtiendo una cantidad exorbitante de
dinero en construir más y más cosas. “Saben que en algún momento el petróleo se
va a acabar, entonces están haciendo lo que más puedan ahora, para que la gente
quiera ir a pesar del calor”, indicó Jeanette.
Es tan así
que invierten para que las cadenas de hoteles y restaurantes más importantes
del mundo abran sucursales allí, todo está al alcance de sus cheques y
billeteras. Muchos parques de atracciones, shoppings, mercados. Está el llamado
‘Zoco de oro de Dubái’ que es como nuestra calle Florida pero en donde todo lo
que se vende es de oro; es más, se dice que aproximadamente 10 toneladas de oro
están presentes en un momento dado en el zoco. Tienen el edificio más alto del
mundo, el Burj Khalifa, que mide 828 metros de altura. Están haciendo una noria
enorme, muy parecida al London Eye, que será seguro la más grande del mundo.
Tienen el shopping más grande y el hotel más lujoso del planeta, que es el Burj
Al Arab Jumeira, que se dice que es de siete estrellas. Y una gran cantidad de
etcéteras, además de que las casas, las ‘villas’, son mansiones enormes que
ocupan varias manzanas.
MD: ¿Con qué te relacionan cuando decís que sos
argentina?
JG: Con Maradona. Con el tango, la carne, el Malbec.
Por lo general, eso. Hay restaurantes argentinos, saben de que la buena carne
viene de nuestro país. Uno de los restaurantes se llama ‘Gaucho’ y son 100
dólares por persona más o menos. Hay clases de tango. Podés encontrar yerba en
los supermercados. ¡Hasta hay un delivery argentino de empanadas! Llegó a haber
hasta dos Café Martínez, pero cerraron.
El mate… ¿es de Argentina, Uruguay, Líbano o
Siria?
En esteblog ya hemos explorado algunas historias del mate llegando a destinos más allá del océano. Y es bien sabida la rivalidad que hay con Uruguay al respecto. No
obstante, quién hubiera pensado que hay sirios que afirman que el mate es de Siria,
que se toma ahí y en el Líbano. “Es increíble, un sirio me vio tomando mate en
el vuelo y me juró que el mate se inventó en Siria, que ellos toman; hoy justo
me contaba un libanés que cuando fue la 2da Guerra Mundial, muchos libaneses
emigraron a Argentina y después, cuando volvieron, se llevaron el mate, de
Buenos Aires a Beirut… pero los libaneses son chamuyeros nivel Dios”, añadió
Jeanette, entre risas.
La voracidad argentina de hacer filas en los
aeropuertos
Para ir
terminando, sentí que era el momento perfecto para disipar una de mis grandes dudas.
Si son lectores asiduos del blog, sabrán que algo que siempre remarco en mis viajes es cómo los argentinos tienen una cualidad especial de hacer filas para subirse a los aviones sin necesidad. No pude evitar preguntarle esto a una
azafata con mucho más recorrido internacional que yo. A lo que me contestó: “Yo
también lo veo, la gente haciendo cola, vigilando que nadie le saque el lugar
de la fila cuando te dan ganas de decirle que si tiene el pasaje con el asiento
numerado nadie le va a sacar el lugar, es increíble”.
Y hasta ahí
mi pálpito era correcto. Sin embargo, después añadió: “Igual, pasa en todos
lados, la gente se pone a hacer la fila y la tripulación ni llegó, no saben que
cuando llegamos nosotros primero tenemos que hacer una revisión que implica 15
minutos más… y ahí están, agobiados, esperando, sin entender el motivo”.
MD: La última, y volviendo a Dubái. ¿Recomendarías
Dubái para vivir?
JG: Yo no hubiese agarrado un trabajo en Dubái que
no hubiese implicado estar la mitad del tiempo afuera. No solo por ser una
ciudad cara, sino por el clima. Porque son seis meses potables y seis meses en
Mordor. Si sos una persona que te gusta el aire libre, no es tu ciudad; porque
por más que hagan todo artificial, vos sabés que el árbol no es un árbol, y que
el pasto no es pasto. Y la verdad que a mí, la vida de shopping no me gusta.
Igualmente, hay mucha gente que le conviene, que le gusta, que le parece súper
top. Depende de cada uno.
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