Filosofando ando
Claramente
estoy muy lejos de considerarme un filósofo. Tampoco me interesa serlo. Aunque
creo que todos podemos filosofar. Mi relación con la filosofía ha sido de
amor/odio a lo largo de mis 26 veranos, así que aún no le cierro la puerta.
Quizás fue por eso que cayó en mis manos el libro ‘Filosofía en 11 frases’ de
Darío Sztajnszrajber (a quien de aquí en adelante llamaremos Darío Szeta)
después de ayudar a una amiga a cambiar una cubierta pinchada. Y así fue. Pasé
de ver la serie ‘Merlí’ a leer el libro del hermano filósofo de Mauro Szeta.
No me voy a
explayar demasiado porque, como cabe suponer, la filosofía no es mi fortaleza.
Sí vale decir que la idea del libro me pareció muy copada. La movida es
proponer una introducción a la filosofía a partir de 11 frases, la mayoría
bastante extendidas por el saber popular, y entrelazarlas en una historia como
para hacerlo un poco más ameno. Algunas de estas frases: “Solo sé que no sé
nada”, “El hombre es el lobo del hombre”, “Dios ha muerto”, “Pienso, luego
existo”, y “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”, entre otras.
Los
primeros capítulos me resultaron sumamente interesantes, hasta atrapantes
(adjetivo que, a priori, no se me hubiera ocurrido utilizar para un libro de
esta índole). A través de tres recursos narrativos bien claros, Darío Szeta
sumerge al lector en un debate filosófico con disparadores que se activan a lo
largo de una historia. Estos recursos mencionados son: el planteo de las
frases; la historia; y la voz del narrador debatiendo con dos de sus ‘yoes’
interiores ante cada situación de análisis. Una dinámica sumamente entretenida.
Sin
embargo, me animaría a decir que pierde su gracia en la segunda mitad del
libro. Eso que iba bien, se pincha, se vuelve insulso. Primero, porque la
historia comienza a opacarse con situaciones demasiado exageradas; segundo, y
consecuentemente, la caída de la columna vertebral del libro (que es la
historia, al ir conectando las frases y los debates) hace que los otros
recursos también pierdan su atractivo. Todo se vuelve denso y repetitivo.
En fin, mi
veredicto es que es una buena lectura. Realmente esa primera mitad del libro genera
el comenzar a preguntarte cosas y el interés por distintas cuestiones que, por
uno u otro motivo, no se te ocurrirían pensar en el día a día. Eso es lo
destacable.
Mi
calificación para el libro: 3 estrellas.
Una frase: “¿Pero
cómo hacer política para el otro si al final de cuentas no hay otra cosa que
poder y el poder es siempre expansión de lo propio?”.
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