¿Rossi o Andrada? La incógnita del arco de Boca



Con súperfinal o sin súperfinal, la gran pregunta de qué va a pasar con el arco de Boca sigue vigente. Desde hace muchos años que nadie se adueña de ese terreno desde que se fueron Córdoba y Abbondanzieri (la prehistoria, casi) y ahora, ante las puertas de un partido más que decisivo, otra vez surgen los signos de pregunta. En consecuencia, la cuestión llega a las mesas de los bares, a ser tema de conversación en los cafés. Y el debate llegó a los dominios palermitanos de Juan Tolva, el mozo que más sabe de fútbol, al momento de traerme mi cortado habitual.


“Hay dos cosas que se ponen en juego”, planteó, agarrando dos sobrecitos de azúcar, uno en cada mano. “Primero que si lo ponés a Andrada, le pegás un cachetazo a Rossi, porque le estás diciendo que no importa si atajás bien o lo que sea, acá sos suplente; y así perdiste un jugador porque en este mercado de pases ni dudes que se va a ir… imagínate que en este último tiempo la chance que le dieron, la aprovechó, y encima no lo recompensan”.

Por el otro lado, continuó, ahora siendo el turno de Andrada. “Atajó muy bien en los partidos que le tocó atajar pero tampoco me vengas  decir que es un indiscutido, que es uau un arquerazo; atajó varios partidos bien, sí, tiene pocos jugados, sí, hay que felicitarle el rendimiento, sí; pero el arco de Boca es el arco de Boca”.

En ese punto fue que comenzaron a sucederse comentarios, odas y alabanzas a grandes arqueros del club de la Ribera. El “Mono” Navarro Montoya, Oscar Córdoba, el “Pato” Abbondanzieri… Y ahora, bueno, Andrada, Rossi, y Lampe.

“Una buena manera, creo yo, de mantener la competencia en el plantel sería recompensarle el buen rendimiento a Rossi, incluso con la presión encima del arquero que vino a reemplazarlo respirándole en la nuca”, comentó Tolva. “Porque si no, va a llegar un Andrada falto de ritmo a un partido trascendental y nunca sabés lo que puede pasar en una situación así; quizás la rompe, eh, pero te arriesgás a que juegue muy mal”.

Mientras tanto, el espectador de lujo del dilema que se da bajo los tres palos es el boliviano Lampe, que mira desde la tribuna, contando los billetes de su contrato. El espectador más afortunado de todos.

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