Liverpool la tenés adentro (de un bar árabe)
Es martes.
Unos pocos minutos pasan de las nueve y cuarto de la noche. Como casi todas las
semanas desde que llegué a Pozuelo, es infaltable que vaya una noche a cenar al
restaurante que tienen unos árabes en la estación de tren. No obstante, esta
velada es especial porque juega el Atlético de Madrid (desde diciembre, mi
equipo oficial en España) contra el Liverpool, por la Champions. Los
pronósticos son magramente negros para el equipo del Cholo y varios hinchas
colchoneros hasta quieren que se vaya, que fue muy bueno todo lo que hizo por
el equipo en su momento pero ‘say no more’. Y este partido contra el Liverpool,
dicen, sería la última derrota del argentino.
Pero como
si el destino fuera jodón, lo primero que veo al entrar al restaurante de los
árabes es que iban 15 minutos del primer tiempo y el Atleti ya estaba ganando
por uno a cero. Tremendo. En el colectivo yo venía pensando que el panorama iba
a ser completamente distinto. Que la lógica iba a darse desde el primer
segundo, por más que me pese decirlo, y que iba a ser cosa de entrar al local y
ver cómo el equipo rojiblanco se comía otro gol. Sin embargo, nada de eso
ocurrió.
Enseguida
le pregunto a uno de los que estaba atendiendo sobre quién había metido el gol.
Pienso en Correa, en Morata, en el incomparable Thomas. “Sí, sí, Morata, fue
Morata”, me responde mi interlocutor, chapuceando apenas un español poco
futbolístico. No le termino de creer por su tono apresurado e inseguro y porque
sus ojos parecen miran la pantalla y no entender nada. De todos modos, me voy a
sentar en alguna mesa que tenga una buena óptica de la tele, para empezar a
sufrir. El planteo defensivo del Cholo me trae recuerdos fugaces del Boca de
Alfaro. Y cómo se sufría con eso.
De lo que
sí me doy cuenta apenas me siento es que no estaba muy lleno el lugar. Semanas
antes había ido a cenar y estaban transmitiendo un partido del Real Madrid.
Había, claramente, varias personas que habían ido especialmente ahí a ver el
encuentro. Pero ahora estamos en plena fase de octavos de final de Champions,
contra el Liverpool de Kloop, y las mesas vacías. Incluso personas que estaban
cenando y ni bola al partido. Perdónalos, no saben lo que hacen. Perdona
también al que me dijo que el gol había sido de Morata, porque fue de Saúl.
Mientras
tanto, otro de los árabes me dice, al traerme la comida: “El que está jugando
muy bien hoy es el argentino Corea”. Corea. Sí, con una sola ere. El
entendimiento me llega con algo de delay, como cuando hablás con alguien por
llamada de WhatsApp. Y para seguirle el juego le tiro un “aaah, sí, Corea”. Ese
mismo árabe, que empezó a trabajar ahí hace poco, es el que me vive cargando
con la pronunciación que tenemos los argentinos y las palabras que usamos. ‘Sho
me shamo, shuvia, Maradona, vos, che’ y etcétera. Sin planearlo, mi venganza
vino en forma de Ángel Corea, así, sin la erre. Fue también ese mismo árabe el
que se hizo eco del ‘qué boludo’ que grité cuando Morata le erró a la pelota
estando solo en una clara oportunidad de gol.
Y el
partido termina, en un sufrido y resistido uno a cero, con el Cholo haciendo su
show unipersonal arengando al público para que aliente. En una realidad
paralela, el Cholo en conferencia de prensa padece de un ataque maradoniano y
dice “Liverpool, la tenés adentro”, callando a todos esos haters que se pasaron
semanas diciendo que no había manera de que el Atlético le ganase al Liverpool.
Y antes de levantarse tira un “que la chupen”.
En esta
realidad, por lo pronto, el árabe con el que más tengo confianza (que no es
ninguno de los anteriores), me comenta: “Tendríamos que haberlos rematado,
meterles tres y a tomar por culo”. Y sí, el hincha es inconformista. A priori,
vamos a perder. A posteriori, ganamos pero tendríamos que haber goleado. ¿Qué
pasará en Anfield? No lo sé. Pero, por unas semanas, el Atlético le va a estar
ganando al Liverpool hasta que se demuestre lo contrario.
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