Homosexualidad, cine y revolución dentro de una celda de 1975
Dos presos
comparten celda en una cárcel de Villa Devoto, Buenos Aires, en 1975. Un
homosexual que no tiene reparos en demostrarlo y un militante revolucionario
marxista. Al principio, pareciera ser que están en veredas separadas en cuanto
a todo, pero con el transcurso de la novela sus pensamientos cambian. ¿Y cómo
llegan a ese cambio? A través del diálogo, que es el hilo conductor máximo de
la novela. Estamos hablando de ‘El beso de la mujer araña’, de Manuel Puig, un
libro publicado en 1976 en Argentina y, por obvias razones, censurado de
inmediato por la dictadura.
Merece la
pena destacar que toda la historia se desarrolla dentro de una celda, algo muy
complejo de lograr. No es nada fácil que el marco espacial de una novela sea un
espacio reducido. En esto me hizo acordar a ‘El juego de Gerald’ de Stephen King, solo que en ese caso es una cama. Puig, por su parte, da vida a esta
historia a través de dos personajes: Valentín Arregui Paz, un revolucionario; y
Luis Molina, un decorador de vidrieras, homosexual y aspirante a femme fatale. Los dos, muy diferentes,
víctimas de la injusta represión estatal, que es el punto común disparador de
lo que será su cambio de perspectiva del uno para con el otro.
La
evolución de ambos es un proceso muy interesante para seguir. Porque se aprecia
cómo pueden derrotarse los prejuicios a través del diálogo. Cómo dos personas
con atributos contrapuestos (por un lado, los sentimientos y el deseo, por el
otro, la razón y la disciplina) pueden llegar al intercambio máximo.
El
principal atractivo y punto fuerte de ‘El beso de la mujer araña’ es, valga la redundancia, el
diálogo. Esa es la herramienta que eligió el autor para contar su historia. De
hecho, la narración discurre utilizando todas formas alternativas para el
avance de los hechos, fuera de la tradicional prosa lineal descriptiva de las
novelas. Estamos hablando del diálogo predominante, notas al pie, reportes
policiales, transcripciones, resúmenes de películas, entre otras. Quizás es por
eso que al principio cuesta un poco acostumbrarse. Es casi como si estuvieras
leyendo un guion de cine o una obra teatral.
Si bien el diálogo, por lo menos a mí, me
pareció medio denso en algunos pasajes, sí es admirable cómo Puig creó a los
personajes y desarrolló casi la totalidad de la historia a partir de este
recurso. De hecho, diría que los 16 capítulos que hacen al libro pueden
identificarse con cada una de las historias que Molina le cuenta a Valentín
para pasar el tiempo. Y estas historias son narraciones que él hace de las
películas que más le gustaron. Curiosamente, todas estas películas comparten
una temática en particular: la represión y el aislamiento en sus distintas
formas. Es a través de ellas que ambos personajes se van haciendo más cercanos.
Este
acercamiento también tiene que ver con un gran giro argumental que se da a
mediados del libro y que, gracias a la mano de Puig, es (por lo menos para mí
lo fue) imposible de predecir. Ese detalle me pareció clave y una gran
inyección de interés para continuar con la lectura que, como dije, por momentos
se me hizo medio densa. Por supuesto, la subjetividad es la que manda acá, yo
quizás no soy tanto de este tipo de historias.
Incluso,
una vez leída la novela se puede deducir el porqué del título, casi como un
spoiler de lo que va a suceder.
Como
conclusión, podemos decir que es una novela sumamente interesante y que no ha
perdido vigencia (por desgracia, porque ya han pasado más de 30 años de su
publicación) en los tiempos que corren. El manejo del diálogo y otros distintos
tipos de recursos narrativos (exponiendo al pie de página diferentes conceptos
que se tienen de la homosexualidad) para contar la historia hacen de ésta una
obra de vanguardia e innovadora, tanto desde lo literario como desde lo social,
sobre todo si se tiene en cuenta el contexto histórico en la que fue escrita.
Una frase: “Había jurado que no te iba a contar otra
película. Ahora voy a ir al infierno por no cumplir la palabra”.
Mi calificación para el libro: 3 estrellitas. Pese a que no es mi
tipo de historias (muy demasiado romántica), me gustó.
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