¿Fantasmas en el Parque Central?
El Central Park de Nueva York se creó en 1857 y, como es de suponer, es cuna de miles de historias. Entre esas tantas, varias son de fantasmas, producto de la cantidad de crímenes que se cometieron históricamente en este enorme pulmón verde de la ciudad neoyorquina. Y aunque ahora el lugar es mucho más seguro, las leyendas y los mitos urbanos prevalecen. Cerca de 8.500 kilómetros al sur, en el flamante Parque Central de Pilar, Buenos Aires –inaugurado en 2017- las historias de fantasmas ya comenzaron a surgir. Así que… a estar atentos.
Aunque, en realidad, en este caso, las apariciones son más
al estilo ‘Dakota Building’ (un edificio con una vasta historia paranormal que
queda frente al Central Park, donde asesinaron a John Lennon). Porque junto al
Parque Central pilarense se encuentra el histórico Instituto Carlos Pellegrini,
el otrora majestuoso edificio que supo ser emblema de la educación en la
región. Es en ese edificio y en su territorio circundante donde abundan las
historias de fantasmas, sobre todo, cuando oscurece. Y estos relatos se
remontan, incluso, a cuando el instituto todavía funcionaba como tal, mucho
antes del incendio que destruyó uno de sus pabellones en enero de 2003.
¿Central Park o
Parque Central?
Hoy elijo contarles una de esas tantas historias que carecen
de explicación y que me la contaron de primera mano hace poco. Algo que me hizo
replantear el hecho de quedarme por el Parque Central cuando cae el sol.
Para los que no lo conocen, el Parque Central es una franja de
terreno de tres hectáreas ubicado al lado del Instituto Carlos Pellegrini (uno
de sus pabellones es hoy una sede de la Facultad de Ciencias Económicas de la
UBA), sobre la Ruta 25. Y básicamente es un sendero que se adentra por una
espesa arboleda, con algunas abras pensadas para que se realicen allí distintas
actividades. Es un espacio hermoso, con juegos infantiles, parrillas, y toda la
cosa. No sé si está al nivel del Central Park neoyorquino, pero es por demás
agradable. Sin embargo, como les dije, comenzaron a surgir las historias.
Y es que yo ya había escuchado y leído varias historias de
fantasmas relacionadas al Pellegrini. Pero nunca fue de primera mano. Siempre habían
sido de alguien al que otra persona le había contado primero. Hasta esta
semana. Por supuesto, ahora le tengo un poco más de respeto al Parque Central,
no sea cosa que se me empiecen a aparecer fantasmas a mí, que ya salto del
miedo con las películas de terror.
La(s) historia(s)
Ocurrió el año pasado, en el invierno de 2018. El Parque
Central cierra sus puertas a las 18hs y, unos quince minutos antes, los
cuidadores andan y desandan el sendero principal avisando a la gente que el
predio está por cerrar. Por la época del año, ya a esa hora estaba oscureciendo
y no había mucha gente. Por lo que uno de los guardas se sorprendió al
encontrar a una mujer sentada en uno de los bancos, en el extremo más alejado
del parque.
Al preguntarle el motivo y decirle que ya estaban por
cerrar, la mujer le contestó que en el medio del camino había escuchado pasos
que la seguían pero que cuando miraba para atrás no veía a nadie. Ese fue el
motivo por el que decidió quedarse sentada allí hasta que alguien la viniera a
buscar, porque no iba a desandar el camino sola (y es un largo camino). Encima
el camino es de pedregullo, así que cuando uno camina las pisadas se escuchan
con claridad.
Cuando hicieron el trayecto de regreso no pasó nada y la
mujer pudo salir sana y salva.*
Pero esa no era la historia que les quería contar. Esta
otra, son dos los cuidadores que estaban desandando el sendero arbolado avisando
a viva voz de que el parque estaba por cerrar. De improviso, un niño de unos 10
o 12 años se les acerca corriendo. Vestía una remera gris oscuro, pantalones
amarillos, y un par de las viejas y tradicionales zapatillas marca ‘Pampero’,
de las que se usaban antes.
Enseguida le preguntaron qué estaba haciendo solo por esos
lares y que volviera para la parte de adelante del parque porque ya estaban por
cerrar. Ante la pregunta, el pibe se sonrió y dijo que estaba buscando a otras
dos nenas, amigas suyas. ‘Nosotros venimos del fondo y por acá no están’,
respondieron enseguida. Acto seguido, el chico se agachó para atarse los
cordones y después, sin mediar más palabra, salió corriendo para una de las
abras. Los cuidadores salieron detrás de él pero, casi de inmediato, dejaron de
escuchar sus pisadas. Lo buscaron infructuosamente por la dirección en la que
había salido corriendo y llegaron hasta la entrada del predio. El chico se
había esfumado.
En la entrada del parque, empezaron a preguntarle a la poca
gente que había todavía allí si habían visto salir corriendo a un chico y nadie
había visto nada. Ni al pibe ni a las dos niñas a las que él estaba buscando.
Y ahí el misterio y todas las preguntas que se les puedan
llegar a ocurrir. Pero no fue la única historia que me contaron de apariciones
similares en el Parque Central, en las inmediaciones del Instituto Carlos
Pellegrini.
*De hecho, la historia de la mujer que escuchó pisadas que
la perseguían no fue en invierno del año pasado, fue en pleno 2019.
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