Cuando un libro ‘infantil’ se pasa al lado oscuro


Ni bien lo empecé a leer se me vino a la cabeza Roald Dahl o Michael Ende. El libro tiene esa impronta, con dibujos y todo. Después me fui dando cuenta de que era más una versión oscura de una historia infantil y que, claramente, no era meramente infantil sino que apela también a un público adulto. Así es ‘El ladrón de días’ (en inglés, The thief of always), de Clive Barker. Para muchos, incluido Stephen King, era el futuro del género de la literatura de terror. Para mí, habiendo leído solo su única novela infantil, es muy posible que esos muchos estén en lo cierto.

El libro, publicado en 1992, cuenta la historia de Harvey Swick, un niño de 10 años que es llevado por engaño a la Casa de las Vacaciones (la Holiday House, en inglés). Una casa donde todos los días son vacaciones, desbordante de milagros, en la que los niños que ingresan pueden tener lo que desean. El pequeño Harvey accede a ir porque estaba aburrido de su rutina diaria, porque su vida era una espera constante a que llegara Navidad, Año Nuevo, su cumpleaños, Halloween, etc. Y la Casa de las Vacaciones de Mr. Hood le ofrecía todo eso, todos los días, y mucho más. Por supuesto, había un precio a pagar.

Sin dudas, Barker, con todo su historial en el género de terror, se animó a algo nuevo en su carrera y mezcló su ingrediente primordial con la novela infantil. Es decir, en ‘El ladrón de días’ podemos encontrar una historia escrita con el lenguaje y la simplicidad necesaria para que la entienda un niño de diez años, y a la vez, pasajes bastante violentos como la muerte de un gato, transformaciones horrorosas, monstruos… Sin llegar al límite de lo sanguinario, pero sí, sumamente violento. Y aparte, con una descripción bien detallada de los sucesos. A eso se le suma la idea central de la trama, un ser misterioso que atrae a cientos de infantes a su casa.

Particularmente, me pareció magnífica la idea de la relatividad del tiempo en la Holiday House. Verán, el autor ubica la casa en cuestión en una realidad paralela, solamente accesible para los niños. Algo así como el ‘País de Nunca Jamás’ de Peter Pan. Lo curioso es que un día en la casa es un año en el mundo real. Eso explica por qué cada parte del día en esta vivienda oscuramente mágica corresponde a una estación del año: la mañana es primavera, la tarde es verano, la tardecita es otoño (y los pibes festejan Halloween), y la noche es invierno (celebran la Navidad). El momento en el que el protagonista se da cuenta de cómo es la movida es sencillamente formidable.

No pude encontrarle nada lo suficientemente negativo para dejar asentado acá. Quizás, lo único, es que lo habría disfrutado más si lo hubiese leído de más chico. Pero eso no es culpa del autor, sino del tiempo. Como sucede con los cuentos infantiles. De hecho, se podría decir que esta novela es como un retorno a los cuentos originales de los hermanos Grimm; violentos sí, pero con una enseñanza detrás. En este caso específico, se trata de disfrutar del presente, de los amigos, de la familia, por más que tu vida sea rutinaria, nunca sabés cuándo te la pueden sacar. Grosa moraleja.

Para finalizar, diré que es una novela corta, entretenida y muy fácil de leer. Además, tiene un mensaje interesante que, leyéndolo ahora en pleno 2019, se puede aplicar a las redes sociales y cómo nos quitan nuestro tiempo. Quizás Zuckerberg sea Mr. Hood y Facebook e Instagram esa Casa de las Vacaciones en la que todo es felicidad, sin pensar jamás en las consecuencias. Y cierro con una frase del maestro Stephen King, que supo decir hace ya varios años: “He visto el futuro del horror y su nombre es Clive Barker”.

*Anotación al margen: Este es el primer libro que leo gracias a las recomendaciones de #bookstagram, esa gran comunidad de Instagram que recomienda libros día tras día y de la que de a poco empiezo a formar parte. En este caso, los agradecimientos van para @jobis89, quien claramente lee muchos libros más que yo, y que sin su ferviente recomendación yo jamás hubiera leído esta novela.

Frase: “A Mr. Hood no le gustan los invitados preguntones”.

Mi calificación para el libro: 4 estrellas.

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