San Arnulfo: El verdadero santo patrono de la cerveza
Hay personas a las que le gusta el vino, y a
otras la cerveza. Puede pasar que haya afortunadas, con una dialéctica poderosa
en el paladar, que gusten de ambas. Yo soy más de la cerveza. Es más, me ha
pasado de estar en una fiesta en España en la que todo el mundo tomaba vino y
le tuve que pedir al mozo que a mí me traiga siempre cerveza (e iba y venía con
el vaso). Hasta ese entonces, no sabía a qué santo rezarle. Ahora, gracias a
una amiga que me abrió los ojos, descubrí la historia de San Arnulfo de Metz:
el santo patrono de la cerveza y los cerveceros.
Lo bueno de tener un blog propio y no tener un
editor al que convencer es esto. Poder escribir sobre la historia de uno de los
santos que se paró en la vereda de enfrente del mismísimo Jesús de Nazaret en
cuanto a la dicotomía vino-cerveza. Sí, mientras uno convirtió el agua en vino,
el otro hizo aparecer cerveza para aplacar la sed de una muchedumbre. Pero les
voy a contar la historia desde el principio, para que después tengan tema para
charlar en esas noches de alocada algarabía. O bien, sepan bien a qué santo
darle las gracias.
Desde mi experiencia, todo comenzó con un
calendario de marketing. Si tienen algún amigo que sea Community Manager,
sabrán que siempre están buscando efemérides y datos curiosos para engancharlos
de alguna manera creativa con el emprendimiento al que le estén dando difusión.
Y así, una amiga me puso sobre la mesa el onomástico de San Arnulfo de Metz
(que fue el 12 de julio, el mes pasado). Es más, me sugirió que era un tema
interesante para el blog. Y como es una de esas personas en cuyo criterio
confío plenamente, acá me tienen.
Vida de San Arnulfo
Don San Arnulfo de Metz nació en lo que hoy es
el suroeste de Francia, en una región llamada Austrasia, un 13 de agosto de
582. Más específicamente en un pueblo hoy llamado Lay-Saint-Christophe, en el distrito
de Nancy. Nuestro santo era de la nobleza, de familia acomodada, y por ende, no
tuvo problemas de continuar sus estudios (llegado el momento) en el Palacio de
Metz. Consecuentemente, su sabiduría y habilidad lo llevaron con el tiempo a
posicionarse como uno de los principales ministros del rey Teodeberto II,
distinguiéndose en lo militar y en la administración pública.
En el ínterin, Arnulfo se casó con una mujer de
alto linaje, Doda, con quien tuvieron dos hijos: Ansegis y Clodulfo. Ustedes se
preguntarán: ¿Qué onda? ¿Y la cerveza? ¿Qué tiene que ver con quién se casó? No
tiene mucho que ver, pero sí es destacable decir que en la descendencia de
Ansegis (o sea, en la sangre de Arnulfo), figuran nombres como Carlos Martel,
Pipino el Breve, y Carlomagno. ¿Un poquito importantes para la historia
europea, no?
Volviendo a Arnulfo, habíamos dicho que se
distinguió en lo militar. Y es que en ese tiempo la guerra era moneda corriente
en esas tierras, envenenamientos, torturas, todo. Quizás fue por eso que
nuestro protagonista de hoy decidió meterse en la Iglesia. Fue así que llegó a
ser elegido 29no Obispo de Metz en el año 612.
Obispado, cerveza y canonización
Como obispo, Arnulfo llevó adelante una vida
virtuosa, siempre dando el ejemplo, tanto en lo puramente eclesiástico, como en
lo político, ya que se erigió como uno de los principales consejeros del rey
Dagoberto I. De hecho, fue clave en la declaración de importantes edictos que
decretaron que las tierras hereditarias no eran permanentes; y que los obispos
debían ser elegidos por los feligreses y no más a dedo por el rey.
Lo curioso es que ya en esa época, el obispo de
Metz incentivaba el consumo de cerveza en su congregación porque el suministro
de agua venía generalmente contaminado con la peste.
En 629, Arnulfo dejó todo y se retiró a vivir
en una montaña, cerca de Remiremont, donde construyó una pequeña capilla en la
que daba refugio a leprosos y a otros rechazados por la sociedad. Sus últimos
años llevó una vida ermitaña y murió en julio del año 640, siendo enterrado en
su capilla de la montaña por su mejor amigo.
No obstante, la cosa no termina con su muerte.
Uno o dos años después, los ciudadanos de Metz solicitaron que el cuerpo de
Arnulfo fuera exhumado y llevado a la ciudad para enterrarlo en la iglesia
local, lugar donde había predicado durante gran parte de su vida. Y así
fue.
Una multitud se trasladó hacia la montaña para
luego transportar su cuerpo de regreso. Pero el viaje de vuelta era larguísimo,
interminable, por lo cual, al pasar por la ciudad de Champignuelles, los fieles
se detuvieron en una taberna local para saciar su sed. El problema fue que
quedaba apenas una jarra de cerveza, imposible que alcanzase para todos.
De repente, la leyenda dice que uno de los
integrantes de la procesión exclamó que Arnulfo iba a proveer lo necesario. Y
acto seguido, milagrosamente, el contenido de la jarra alcanzó para saciar la
sed de toda la muchedumbre. Ese fue el milagro más característico de San
Arnulfo (tuvo otras intervenciones milagrosas en vida) y es por eso que se lo
considera patrono de la cerveza y los cerveceros.
Curiosidad, confusión y polémica
Hay dos datos curiosos que me llamaron la
atención. El primero es el más marketinero. Existe una marca de cerveza
artesanal, fabricada en Houston, Texas, que se llama Saint Arnold Brewing
Company en honor a San Arnulfo (sí, en inglés es Arnold, no sabemos por qué su
castellanización no fue Arnoldo). Y, lo que es más, en su página web mencionan
a San Arnulfo como parte de su staff. Es muy gracioso porque en la breve
descripción de los empleados, la mayoría comenzó a trabajar entre la década del
90 y 2018. Por su parte, San Arnulfo “se unió a la compañía en el año 582”.
El segundo dato curioso es el que trae
aparejado la confusión y la polémica. Y es porque existe otro San Arnulfo que
también es santo patrono de los cerveceros y, en este caso, del lúpulo. La
confusión se genera porque hay muchos que sostienen que las dos historias
pertenecen a un solo santo, pero todo pareciera indicar que en la Iglesia
figuran los dos. ¿La diferencia más importante? Este segundo San Arnulfo, San
Arnulfo de Soissons, nació casi 500 años después, en el año 1040. También con
tendencias ermitañas, amante de la soledad, antes de ser obispo de Soissons
tuvo una respetable carrera militar.
Arnulfo de Soissons también incentivaba el
consumo de cerveza, antes que el agua, por ser la cerveza un “regalo de salud”.
El agua, en ese entonces, también estaba contaminada por la peste. Al hervir el
agua para preparar la cerveza, sin saberlo, San Arnulfo libraba de enfermedades
a su entrañable producto. Vale aclarar, igualmente, que esta cerveza tenía un
nivel de alcohol muy bajo, casi nada en comparación a las de ahora.
Uno de los milagros de este San Arnulfo fue
que, durante una plaga devastadora, abrió al público las reservas de cerveza de
su monasterio y salvó a un pueblo entero de la muerte. ¡San Patricio quién te
conoce!
¿Y vos con quién te quedás? ¿Con San Arnulfo de
Metz o San Arnulfo de Soissons? ¿O son los mismos?
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