Un Casciari cocinado a la española



Probablemente es un libro que vale la pena leer si tenés algo que ver con España y sos argentino, por ejemplo: si vivís en España, si alguna vez te fuiste de vacaciones o por laburo a España, si tenés familiares y/o amigos que vivan allí, si tenés (como yo) el pasaporte español, etc. Es decir, sí, a mi parecer ‘España decí alpiste’ tiene un público muy definido porque no puede generar el mismo efecto en alguien que no está, por lo menos, algo familiarizado con el tema. Y, aun así, tampoco es una maravilla. Pero tampoco es necesario que algo sea maravilloso para ser disfrutado. Casciari repite fórmula, cambiando la temática central, y es eso, le plazca a quien le plazca.


Después de la buena repercusión que tuvo la reseña del primer libro de Hernán Casciari que leí en mi vida, noté que el fanatismo por este autor va más allá de lo que pueda escribir. Ya tiene un público base bastante poderoso y, cabe destacarlo, una estrategia de marketing directo de autor sumamente efectiva. Sin ir más lejos, yo me compré su colección completa producto de una combinación entre estos dos factores. En consecuencia, puedo afirmar sin temor a equivocarme que ‘España decí alpiste: Fuimos, mentimos y vencimos’, es un libro que va directo al voraz estómago lector de ese público cautivo. Fuera de él, salvo que pertenezcas a alguna de las categorías mencionadas en el primer párrafo, es muy difícil que te atrape.

Repite fórmula

No sé si lo hará a conciencia o le sale natural, no obstante, uno de los principales puntos a favor que le encontré a este compilado de relatos blogueros es su manera de escribir. La prosa llevadera de Casciari, junto con su peculiar manera de abordar distintos temas (en este caso, todos con un tamiz español), es lo que lo hace llevadero y de rápida lectura. Lo que me sucedió en esta oportunidad es que eso ya no me sorprendió tanto como en ‘Messi es un perro y otros cuentos’, que fue el primero de sus libros que leí. Es la misma fórmula, no es novedad. Lo que no quiere decir que no me haya gustado.

Lo que sí compensó en algún aspecto eso, en mi opinión, fue la temática. El contraste constante entre lo argentino y lo español. Desde lo gastronómico hasta lo futbolístico, pasando por la amistad, el lenguaje, las costumbres, la nostalgia, y tantas otras cosas. Entre mis relatos favoritos, resalto los siguientes: ‘Disculpe, ¿dónde hay un quiosco?’, ‘¿Mi última voluntad? Que te calles’, ‘Cagar leyendo, un placer rioplatense’, y el epílogo, en el que menciona brevemente cómo conoció por internet a quien es hoy su esposa.

Más allá de eso, es lo mismo. Es Casciari. Y he aprendido que cuando uno busca a Casciari es porque busca humor, buenos relatos e historias copadas, pasando mucho de eso por la calidad de su prosa. Todo sin aspiraciones grandilocuentes, como si te estuviera contando anécdotas un amigo. Eso es lo que más aprecio.

En fin, este libro no fue uau, no me voló la cabeza. Sin embargo, me llegó. Quizás porque fui a Barcelona hace algunos años (de hecho, hace poco encontré diez páginas de mis anotaciones de aquellas aventuras y pienso publicarlas en el blog) y conozco a una catalana que es fantástica. Quizás porque tengo el pasaporte español. Por eso es que les quería dejar bien en claro lo que consigné en el primer párrafo. ¿Recomendarlo? Sí, pero hasta ahí nomás. Todavía no leí toda la obra de Casciari pero creo que éste justo no es para primerizos.

Una frase: “Vamos a cogernos a tus mujeres con doble ímpetu y ellas parirán hijos españoles que tomarán mate día y noche”.

Mi calificación para el libro: 3 estrellas. Bueno.

*Cuando escribí esta reseña (hace un par de meses) todavía no sabía que me iba a ir a hacer una maestría a España por, por lo menos, un año. Touché.

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