De aventuras y piratas franceses
Esta novela
me pareció genial por la trama en sí misma y por lo que me generó cuando logré
sumergirme en ella. Más allá de que la historia me resultó atrapante, enseguida
me sentí como cuando leí por primera vez un libro de Verne o ‘La isla del
tesoro’ de Robert Louis Stevenson. Podríamos decir que tiene algún resabio de
aquella mística de las viejas historias de aventuras. Y eso juega muy bien.
Después, una vez que toma envión, no hay nadie que pare a ‘La fragata
fantasma’.
Igualmente,
primero lo primero. No me agradó para nada la traducción que hicieron del
título del francés al español. No niego que ponerle ‘La fragata fantasma’
quizás sea más atractivo para un potencial comprador. Pero si en francés el
título original es La tour des
demoiselles, dejale en español que sea La torre de las damiselas. Capaz no
se les pasó por la cabeza que esa torre tiene bastante que ver con la
historia. Y, si bien también la fragata tiene su protagonismo, es entrar
mentalizado de una manera completamente diferente. Por ejemplo, la historia no
tiene nada que ver con el género del terror. Ni con fantasmas.
Aclarado
eso, una diatriba dirigida al equipo de traducción y marketing, pasemos ahora
sí al comentario sobre esta gran historia escrita por el francés Frédéric
Fajardie. Un autor del que jamás había escuchado antes de comprar a ciegas este
libro y que me dejó gratamente sorprendido. A grandes rasgos, narra las
aventuras de Joachim de Niel, conde de Valencey y príncipe de Adana, capitán de
la Terpsichore, un barco de guerra misterioso que la corona francesa puso a
disposición de los independentistas norteamericanos. ¡Sí, una novela histórica
situada por 1780! Y ya saben cómo amo las novelas históricas.
Lo más
flojo me pareció el comienzo de la novela. Algo que podría ser sumamente
negativo si no fuera de esos lectores que tienen fe en que las historias
remontan en algún momento (algo que no me falló en esta ocasión). Las primeras
páginas son confusas y hacen parecer débil al argumento. No obstante, no le
toma mucho tiempo más a la trama para ponerse a punto y, cuando te querés dar
cuenta, ya estás metido en un mundo totalmente nuevo. Suman positivamente a
este respecto las buenas descripciones (algo adornadas, quizás, pero van de
diez con el estilo narrativo, lo hace más ‘de época’) que aporta la pluma de
Fajardie. Por momentos, te hacen sentir de lleno a bordo de esa fragata.
Un ejemplo
de esto es, cuando se presenta la faceta aguerrida del conde de Valencey: “Con
maligna alegría, el cochero alzaba ya el brazo cuando le pareció que su muñeca
quedaba atrapada por una tenaza; un oficial de marina, tocado con un tricornio,
con charreteras de oro en una guerrera azul, calzando botas y con el sable al
costado, le estaba mirando, y aquel bruto vio en sus ojos verde gris la
expresión de quien ha matado ya, y muchas veces”. Sin contexto parece algo
simple, pero es efectivo. Con el correr de las páginas, el autor consigue
compenetrarte con el personaje a tal punto de inquietarte cuando parece que las
cosas van a empeorar para el protagonista.
Después, a
todo eso se le suman giros inesperados que me parecieron bien administrados. Ni
muchos, ni pocos, los necesarios. Resulta siendo una forma entretenida para
aprender algunos aspectos sobre lo que fue la guerra anglo-española
(1779-1783), conflicto que enfrentó a España y Francia con Gran Bretaña, debido
a la intervención española a favor del recientemente conformado Estados Unidos.
E incluso aparecen personajes que (estimamos, hay secuela) serían claves años después
en la Revolución Francesa, como don Maximilien Robespierre.
En
conclusión, una excelente novela que pone sobre la mesa una atractiva historia
y que, al mismo tiempo, te acerca a hechos históricos que de otra manera sería
difícil que te sentaras a leer sobre ellos. De esta forma, al menos, te pica la
curiosidad. Muy disfrutable.
Mi
calificación para el libro: 5 estrellas.
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