La verde California

Una de las cuestiones que más me sorprendió caminando las calles de California (y también en Washington DC) es el tema de la marihuana, que es legal, que las personas la fuman en el espacio público y que no pasa nada. Lo vi en San Diego, lo vi en Los Angeles. Y a eso se le suman por supuesto los locales donde te la venden y sus derivados (que hay de todo). 


Desde pipas hasta comestibles de las variedades que imagines. Un día me tocó ir a la casa de un hombre que tiene un enorme fanatismo por esta hierba y todo lo que se puede llegar a hacer con ella en la cocina. Una especie de Master Chef canábico que no dudó ni un segundo en mostrarme su producción, eso sí, antes me preguntó si era mayor de 21 años. Y tenía gomitas dulces hechas con esencia de marihuana, marihuana líquida, y un libro de recetas con distintos platos que se podían hacer en base a esta hierba. Como un brownie loco pero al mayor exponente. 

Por supuesto, e indefectiblemente para alguien de este calibre, en el patio de atrás de su casa tenía distintos ejemplares de plantas. Y ahí fue cuando aprendí que existen diferentes variedades de marihuana, que algunas es mejor fumar cuando recién te levantás, otras durante el día, y otras antes de ir a dormir. El fumador asiduo la consume de forma estratégica y hasta habla de volver a Amsterdam algún día, porque ahí sí que está bueno, no como California, porque la calidad europea es mejor y qué sé yo. También en mis andanzas por el gran país del norte aprendí que los chilenos al porro le dicen pito, y que en consecuencia, fumar un porrito es fumar un pitito. Siempre se aprende algo nuevo, dicen. 

Volviendo a California, lo más incongruente con esta permisividad para con la marihuana es que las empresas no contratan gente a quienes les da positivo la prueba de esa droga justamente. Entonces aquel que está buscando trabajo tiene que, sí o sí, aguantarse las ganas de fumar hasta conseguir laburo o sufrir las consecuencias. Algo que me pareció raro porque si la ley lo permite, por qué no un privado. Igualmente, eso se explica un poco reflejando que a muchos de los San Diegans, por ejemplo, todavía les resulta sorpresivo el hecho de que sea algo legal. Todavía no está inculcado tanto en la sociedad. Sí está más profundizado en Los Angeles, se ve, porque vas caminando por el Paseo de la Fama (el que tiene las estrellas de los famosos en la vereda) y hay quienes te fuman en la cara, en plena tarde californiana. 

Así que hay para todos los gustos. Desde el 1 de enero de este año, las puertas de los negocios que venden marihuana abrieron al público (y se imaginarán la creatividad que impera en yanquilandia) para el deleite de los mayores de 21 años que quieran armarse sus pititos. Eso sí, la ley permite portar hasta casi treinta gramos de marihuana a la vez, y cultivar en casa (fuera de la vista de la vecindad) hasta seis plantas. Entonces mientras se respete la ley, California será verde. Y no solamente por lo ecológico.

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