Reportaje #18 - Carolina Mestas: CrossFit, fisioterapia y trabajar en un hospital estadounidense en tiempos de Covid-19

Con una vida que pareciera estar marcada por el ejercicio físico, hoy, a sus treinta años, Carolina Mestas hace uso de todos sus conocimientos para ayudar a la gente a poder volver a moverse, a caminar, y demás actividades que muchos damos por hechas. A sus espaldas, diez años de gimnasia artística competitiva y otros tantos de CrossFit, siendo esta última disciplina la que le ha permitido mantenerse en forma y, curiosamente, también le ha ayudado en el trabajo con sus pacientes. Porque, aunque no lo parezca, ser fisioterapeuta en un hospital de Estados Unidos no es fácil y mucho menos en tiempos de pandemia. En este nuevo reportaje (también disponible en inglés) de Matias Dice Blog, hablamos con… mi prima.

 

Estados Unidos, junto con Brasil, es uno de los países más afectados actualmente por la pandemia del coronavirus que continúa en expansión habiendo superado ya el millón de contagios. En el último mes, particularmente en la ciudad texana de San Antonio, la transmisión del infame virus ha resurgido con cientos de nuevos contagios por día, registrándose una suba del 700% en las hospitalizaciones por Covid-19. De acuerdo al San Antonio Express News, el viernes pasado una de cada cinco admisiones en hospitales de la ciudad fueron casos de coronavirus. En uno de esos hospitales es que trabaja Carolina Mestas, doctora en Fisioterapia por la Universidad de Texas.

 

Habiendo estudiado biología en su primera etapa universitaria, Carolina siempre tuvo una inclinación por la medicina, algo que viene de familia. Pero en Estados Unidos el trato por parte de los doctores no es tan personalizado como, por ejemplo, en Argentina, y ella quería pasar más de cinco minutos con sus pacientes. Por una de esas casualidades, en un programa universitario descubrió cómo era el trabajo de los fisioterapeutas, algo que encajaba también con su pasión por el ejercicio. “Cuando entré a la clínica y vi que pasaban entre treinta minutos y una hora con un paciente, me di cuenta de que eso era lo que quería hacer, quería pasar ese tiempo con un paciente, haciendo ejercicios o alentándole; porque, para mí, más que el componente físico es algo también mental”, explicó.

 

Matias Dice (MD): ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Carolina Mestas (CM): Mi pasión, que me sorprende porque nunca pensé que sería el caso, es la geriatría, trabajar con personas mayores. Entré a estudiar Fisioterapia pensando en hacer algo relacionado a la medicina deportiva, que es lo que el 75% de los alumnos quiere hacer. Es más, la especialidad que menos pensé que iba a disfrutar era geriatría; pero hay algo ahí sobre sus historias, sus motivaciones, sus actitudes… no sé, pero es mi favorita.


Para la mayoría de sus pacientes, las siglas PT (del inglés, Physical Therapist) significan Pain and Torture (dolor y tortura).

 

De esta manera, el trabajo con sus pacientes se transformó en su misión. Algo que va mucho más allá que una simple obligación profesional. “Me gusta ponernos en una situación en la que vamos a salir de ésta juntos y no tanto en ‘tengo que hacer que te levantes porque es mi trabajo’; de hecho, paso mucho tiempo mostrándoles que me preocupo por ellos y hablando con sus familias, diciéndoles que todo el esfuerzo es por ellos”, señaló Carolina. “Creo que es muy importante tener ese trato desde el principio, porque si no, se hace difícil”.

 

La fisioterapia en tiempos de pandemia

 

Con el azote del Covid-19, al principio, y la subsiguiente prohibición de visitas a pacientes por parte del hospital, el factor motivacional de tener la familia allí para la recuperación se volvió algo más complicado. “Empecé a agarrarme de lo que podía, a hacer videollamadas con las familias, no sabía ni por dónde empezar… ¿Cómo se supone que tengo que motivar a una persona en estas circunstancias y más cuando veo que se están deprimiendo? Fue duro”, comentó. “Nadie nos dijo que lo hiciéramos, no es nuestro trabajo, pero realmente sentí que la única motivación para esas personas era estar en contacto con su familia”. Ahora, al menos, se permite una visita por paciente y con horarios restringidos. No obstante, lo aprendido por Carolina gracias a esta situación es el gran rol que juega la familia en el progreso de la rehabilitación de un paciente.



MD: ¿Con qué tipo de protección cuentan en el hospital?

CM: Empezamos todos teniendo que usar mascarillas N95, que te protege de ser contagiado. Pero hay una falta de recursos a nivel nacional, así que empezamos a guardar esas para quienes estuvieran realmente tratando con pacientes Covid. En lugar de eso, nosotros comenzamos a usar mascarillas quirúrgicas, de las que todos estábamos un poco escépticos, y hasta tuvimos que utilizar la misma por varios días. Ahora ese aspecto está un poco mejor, pero espero que pronto todos podamos contar con el equipamiento necesario tanto para sentirnos seguros nosotros como nuestros pacientes.  

 

MD: ¿Sentiste miedo alguna vez?

CM: Cuando todo empezó, sí. Pero tenía más miedo por mis pacientes que por mí, porque la mayoría son personas mayores de 65 años. Nos bajaron reglas estrictas que no me parecieron malas para nada, porque, en mi mente, si yo hubiese hecho algo para poner a mis pacientes en riesgo, me habría sentido devastada. Así que ese era mi mayor miedo. No me preocupaba tanto por mí. Sí temí más por mi marido, por ejemplo. Pero yo sabía las responsabilidades que tomé cuando me metí en el campo de la medicina. Por supuesto que jamás pensé que iba a suceder algo como esto, pero sé que mis pacientes son lo primero. Ahora tengo un poco menos de miedo, no obstante, en mi cabeza sigue rondando esa inquietud. Es por eso que, aunque cambien o no las reglas, voy a seguir más por el lado de la precaución que otra cosa.

 

Dos semanas sin trabajar

 

Como pareciera fue el caso en todo el mundo, durante las primeras semanas de la pandemia nadie estaba seguro de nada. Y la situación laboral de Carolina no fue la excepción. Al principio, el ala del hospital donde trabajaba (para cirugías optativas) fue cerrada porque se limitaron las cirugías solamente a los casos de vida o muerte. Sin embargo, a ella la derivaron al lado del hospital que sí permaneció abierto y tuvo que trabajar con pacientes con condiciones distintas a las que ella estaba acostumbrada. De rehabilitar personas mayores con fracturas pasó a tratar personas que habían padecido paros cardíacos o derrames cerebrales. Algo que para ella implicó un desafío y el hecho de tener que volver a casa y ponerse a estudiar las particularidades de estas otras condiciones.



Curiosamente, como se había concentrado a todo el personal de fisioterapia en una sola sección del hospital, terminó habiendo una superpoblación de empleados. Y, entonces, las autoridades decidieron el cese temporal del 50% de la plantilla, diciéndoles que recién volverían a trabajar aproximadamente tres meses después. “Fue chocante al principio, porque estando en el campo de la medicina nunca pensé que no sería tenida en cuenta”, relató Carolina. “Para mí fue como si se hubiese muerto alguien; de repente no tenía trabajo, no me necesitaban, algo para lo que había estudiado siete años… me tomó como una semana recuperarme, lloré, estaba muy frustrada”.

 

Igualmente, la pequeña esperanza que tenía en ese momento era que le habían comunicado una fecha de regreso. Por más que faltara mucho tiempo, decidió dedicarle esas horas al entrenamiento, a la lectura, al estudio. Pero, inesperadamente, a las dos semanas de ser dada de baja, la llamaron desde el hospital para que volviese a trabajar de manera inmediata.

 

MD: ¿Y por qué ese cambio repentino?

CM: Tuvieron una gran afluencia de pacientes y el gobernador decidió que las cirugías optativas ahora sí estaban permitidas. Entonces abrieron mi ala del hospital y las personas que quedaron trabajando ahí estaban claramente excedidas. Por eso nos llamaron de vuelta. Aunque todavía hay gente que está en su casa y que no la llamaron para volver, y los que estamos, estamos haciendo horas extra. Pasamos de no tener pacientes, de una superpoblación de empleados, de tener que irnos a casa, a volver a trabajar y a trabajar un montón.

 

MD: ¿Y cómo fue volver después de esas dos semanas en casa y encima en el medio de este contexto de pandemia?

CM: Esa primera semana fue impresionante. Casi como una experiencia fuera del cuerpo. Sobre todo, recuerdo la respuesta de mis pacientes que estaban muy agradecidos, porque encima que estaban sufriendo del dolor, necesitaban la cirugía y los habían puesto en espera. Pero cuando pudimos volver, la cantidad de agradecimientos por parte de ellos fue asombrosa. Generalmente, en situaciones normales, cuando abren los ojos después de la operación y me ven dicen ‘ah, ¿me estás cargando?’, pero esta vez me agradecían por trabajar en estas circunstancias.

 


“Yo amo mi trabajo”, añadió. “Requiere mucho de poner a un lado tus sentimientos cuando entrás a una habitación, usando una mascarilla, gritando a través de ella porque muchos de mis pacientes no escuchan muy bien, hasta incluso aprendí varios gestos para hacerme entender; es difícil, es diferente, pero no es culpa de ellos y son tan agradecidos con nuestro trabajo que, para mí, vale la pena todo el estrés y el miedo”.

 

A esto, Carolina agregó que, como sus pacientes no tienen la chance de tener mucha gente que los acompañe en esos momentos, ella aprovecha a pasar más tiempo junto a ellos porque sabe que se sienten solos.

 

Fisioterapia y CrossFit

 

Durante estos días atípicos, Carolina se despierta a las 5.40 de la mañana, porque sabe exactamente a qué hora levantarse para llegar al gimnasio de CrossFit a tiempo (gimnasio que reabrió luego de la cuarentena). Entrena de 6 a 7.30, vuelve a casa, come algo y se va a trabajar. De turnos de 8 horas antes del coronavirus, ahora está trabajando turnos de 10. Regresa a su casa pasadas las 20hs y, entre las 21 y las 21.30hs ya está durmiendo. Esa es la rutina.

 

Se preguntarán ustedes cuál es la relación de practicar CrossFit con su trabajo de fisioterapeuta. La respuesta empieza por lo que llaman el ‘Día Cero de la Post-Operación’ (del inglés, Post-Op Day Zero). “Hay muchas investigaciones que afirman que empezar a trabajar con los pacientes el mismo día de la cirugía da los mejores resultados”, dijo Carolina. “Vienen a nuestra área después de operarse, les damos una o dos horas de descanso, y ni bien abren los ojos les digo: ‘Hola, soy tu fisioterapeuta y estoy acá para levantarte’”. Ya se habrán empezado a dar cuenta de por dónde viene la mano del CrossFit, ¿no?



Sin embargo, no todo es tan fácil como parece. Para la mayoría de sus pacientes, las siglas PT (del inglés, Physical Therapist) significan Pain and Torture (dolor y tortura). “Sí, todos vienen exactamente con el mismo chiste; y vienen recién salidos de la cirugía, con reemplazos de rodilla, de hombro, algunos con fracturas por haberse caído… y mi trabajo es hacerlos fuertes a ellos para que puedan levantarse e irse a casa”, señaló.

 

Y en ese Día Cero de tortura, de recién salir del quirófano y ya encontrarse con alguien que les da ejercicios y los hace moverse, es fácil ver cómo a muchos de estos pacientes de 65 años para arriba no les agrada para nada la idea. Incluso, algunos padecen de Alzheimer o demencia senil. “Para mí, todo eso es un desafío y, por más de que no se quieran levantar, yo les digo que sí pueden hacerlo; entonces, en ese aspecto, el CrossFit me ha ayudado mucho y es la razón principal por la que trato de levantar mucho peso en los entrenamientos”, explicó. “Porque, a veces, algunos pacientes me dan un poco de pelea, y ellos pesan quizás más de 100 kilos, y yo sola los tengo que sacar de la cama”.

 

MD: ¿Pero por qué CrossFit?

CM: Me gusta el CrossFit solo por el componente de gimnasia artística. Tiene barras, anillos, no quería intentar algo que no sabía si lo podría sostener en el tiempo. Probé correr, yoga, pilates, pero no conseguía tener esa periodicidad que buscaba. Hasta que encontré el CrossFit por mis amigos de gimnasia artística y fue como ‘ah, pararme de manos, barras, anillos, yo puedo hacer eso’. Y ahí fue cuando decidí intentarlo. Todo fue culpa de mis amigos.

 

Carolina practicó gimnasia artística a nivel competitivo desde los 5 hasta los 15 años. Después estuvo varios años sin ejercitarse porque “al dejar un deporte tan competitivo y en el que está todo estructurado, realmente no sabía cómo ejercitarme sola”. Su verdadera pasión por el ejercicio comenzó en Dallas, en 2011, cuando descubrió el CrossFit, una disciplina que todavía no era demasiado popular. Y con ello, la competitividad y la obsesión por superarse a sí misma.

 

MD: ¿Qué significa el CrossFit para vos?

CM: Más que nada, la razón por la que sigo practicándolo es por la comunidad que se genera alrededor. Porque en tu clase es siempre la misma gente. Incluso durante la cuarentena hemos hecho videollamadas, preocupándonos por el otro. Para mí, es eso, es mi lugar de vida, mi comunidad. Me gusta la sensación de competitividad que te da, cómo los ejercicios se adaptan a las necesidades de uno, siento que vale cada centavo, algo que, quizás, no me sucede con otro tipo de gimnasios.



MD: ¿Y cómo hiciste para pasar de no hacer nada de ejercicio a empezar con CrossFit y llegar al gran estado en el que estás?

CM: Lo que le digo a la gente a la que entreno es que ‘el momento en el que pasás de cero a cien es muy difícil de sostener’. Yo empecé entrenando dos o tres veces por semana. Y después sentí que necesitaba cambiar mi dieta. Fueron pequeños cambios y me alegro que fuera así. Cuando empecé no podía correr ni una milla, así que fue un progreso lento pero seguro. Al final, los mismos principios que usé para mi entrenamiento en CrossFit son los que uso ahora con mis pacientes, es un proceso realmente lento pero seguro y que no sucede de un día para el otro.

 

Además de lo físico, a través de la disciplina personal que le brindó esta actividad, Carolina afirma haber aprendido también a controlar su mente en “el hecho de que cuando me propongo algo puedo esforzarme hasta conseguirlo sin necesidad de tener a alguien al lado que me dé órdenes”. Una técnica sin la que, según ella, no podría haber competido en un triatlón de características olímpicas el año pasado. “Es algo mental, ahora, una vez que mi cuerpo se decide a hacer algo, hago todo lo posible para que así sea”, dijo.

 

Realmente, y no lo digo porque sea mi prima, la ciudad de San Antonio tiene mucha suerte de tener una fisioterapeuta que es también, en el mejor sentido, una bestia del CrossFit. Y, para el bien de todos, esperamos que la situación mejore pronto por allí y que vuelva todo a la famosa ‘nueva normalidad’.



Pero no podíamos terminar la entrevista sin la pregunta de rigor. Y, confieso, esta vez me llevé una grata sorpresa porque no estaba al tanto. Como saben, este blog tiene mucho de libros y literatura. En consecuencia, la última pregunta va por ahí.

 

MD: ¿Tenés algún libro o autor favorito en general?

CM: No sé si lo sabías pero todos los libros que leo están relacionados al Holocausto. Cada vez que entro a una librería voy a esa sección. Me encanta ‘El tatuador de Auschwitz’, por ejemplo. También hay uno que me gusta mucho que es sobre tres señoras viejitas en el que cuentan su experiencia durante el Holocausto y creo que me gusta tanto porque trabajo con gente de esa edad. Es todo lo que leo. Se llama (en español) ‘Las mujeres de la casa de las lilas’, por Martha Hall Kelly.

 

*Vale la pena aclarar que esta entrevista la realicé a principios de junio. Hoy, a principios de julio, como consigné al principio del reportaje, la situación ha vuelto a ser crítica en San Antonio, TX. Quizás, incluso, más que antes, porque en el hospital ya les avisaron que se prepararan para trabajar con pacientes Covid, para mejorar su resistencia y su fuerza. “Preparándonos para lo peor”, comentó Carolina, días antes de esta publicación.


Comentarios

Entradas populares