Mi primer libro del italiano Camilleri fue su último



Tengo una historia con este libro. Fue uno de los regalos de cumpleaños que me hicieron mis compañeros de Máster (mi primer cumpleaños desde que me vine a vivir a España), lo perdí una noche en un colectivo, llamé a la línea, pero nunca apareció. Me lo tuve que comprar yo, después, en mi librería favorita de Pozuelo de Alarcón (la Cafebrería, que tristemente está por cerrar por todo esto de la pandemia) porque no podía permitirme no leer el primer libro que pierdo en mi vida. Y resultó ser que, además, es el primer libro que leo del autor italiano Andrea Camilleri y el último que él ha visto publicado antes de morir. Y debo confesar que, sin ser aparentemente la mejor de sus obras, me sorprendió por su formato.


Publicada en 2019 en Italia y, póstumamente, su traducción al español en 2020, esta novela de poco más de 200 páginas se puede leer tranquilamente en una sentada. Un thriller policial rápido, que envuelve múltiples perspectivas, y que comienza con una sucesión de mensajes de texto y alguien del otro lado que no responde a las llamadas. Así, Camilleri, considerado el maestro de la novela negra contemporánea, nos pone en situación tanto para cómo va evolucionar la trama como para el original formato de la novela.

Porque sí, Giulio no le responde los mensajes a su amante, Ester, porque fue víctima de un misterioso accidente automovilístico en el kilómetro 123 de la Vía Aurelia de Roma. Y sí, toda la historia transcurrirá en forma de mensajes de texto, llamadas telefónicas (y mensajes en el contestador automático), diálogos, informes policiales, reportes periodísticos y cartas. La prosa tradicional brilla por su ausencia en esta novela de amor, intriga, misterio, crimen y venganzas de todos los colores. Esta innovadora propuesta, en alguien que escribió el libro a sus 93 años, ya es carta de presentación suficiente para leerlo.

Las idas y venidas de este formato cuasi epistolar que juega con la tecnología de las telecomunicaciones modernas le dan al libro una jugosa originalidad. En especial porque el autor en ningún momento se entromete, sino que casi convierte al lector en un protagonista más, dejándolo que saque sus propias conclusiones. O lo intente, por lo menos. Porque ya verán que es un entresijo de historias, perspectivas, misterios, infidelidades y dramas personales. Sin dudas, tiene todos los elementos para ser un relato atrapante.

No obstante, aun así, y si bien se lee rápido por la bien lograda propuesta narrativa, la resolución del conflicto se me hizo confusa; incluso quedando algo abierta para mi gusto. Que no está mal, eh, pero me dejó esperando más.

En fin, una breve novela muy entretenida y que se acaba en un abrir y cerrar de ojos. Y eso, gente, siempre es buena señal, aunque el sabor de boca que me dejó no haya sido el mejor. Quizás, en vuestro caso, ese gustito sea diferente. Podemos decir sin miedo que es lectura ligera de la buena y que me ha dejado con ganas de seguir explorando la prolífica bibliografía de este escritor.

Al margen, debo destacar que el epílogo del libro me encantó. Por lo menos el que aparece en la edición que me tocó leer (de Ediciones Destino, un sello editorial de Editorial Planeta). Intitulado ‘En defensa de un color’, trata sobre cómo surgió el llamado giallo italiano, que es así como le llaman al género de la novela negra en Italia. Y todo porque una colección de libros de este estilo, publicada en 1929, era enteramente de un llamativo color amarillo (en italiano, ‘giallo’). Vale la pena su lectura.

Una frase: “Corre el rumor de que Davoli, que hace unos días sufrió un accidente de tráfico en el que resultó herido, fue denunciado primero a la Inspección de Trabajo y luego a la Policía Fiscal por su mujer, que ha querido vengarse de sus infidelidades conyugales”.

Mi calificación para el libro: 3 estrellas. Bueno.

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