San Martín de los Andes: Historias de tés y chocolates



Como ya sabrán, si han estado prestando atención al blog y sus respectivas redes sociales (estamos en Facebook y en Instagram), este año realicé mi San Martín de los Andes Going-On-Adventure Tour 2019. Sí, desde el año pasado comencé a ponerle nombre a mis vacaciones, les da un cierto plus emocional. El anterior fue el USA Coast to Coast Tour 2018. Sin embargo, lo que importa hoy acá no son los títulos vacacionales rimbombantes sino dos historias copadas de lugares que me encontré en San Martín de los Andes, en la provincia del Neuquén. Y si bien es probable que más adelante cuente algo más de mis aventuras por esos lares, no quería dejar pasar estos dos puntos que, como corresponde, son del rubro gastronómico (casi que califico para @adondeyque). Se trata de Arrayán English Tea House y la chocolatería Mamusia.

Historia con sabor a té inglés

De nuevo, si leen este blog con alguna continuidad sabrán que la Segunda Guerra Mundial es un tema que me fascina. Y estos dos lugares de los que les voy a contar tienen alguna relación con eso. Claramente, una razón suficiente para motivar esta publicación que, sin afán de ser publicitaria, va con la intención de contar dos historias que me parecieron sumamente copadas. Y empezamos con la Casa de Té Arrayán.

Para empezar, la ubicación es perfecta. Es perfecta hoy y era perfecta en 1936 cuando una joven inglesa de 26 años se decidió por salir a explorar la zona y se enamoró del lugar. Se llamaba Reneé Dickinson y había venido al país a visitar a su hermano Barney quien se desempeñaba como mayordomo en una estancia de la región. Imagínense un cerro boscoso y cerca de una de sus laderas, una planicie desde donde se puede observar el Lago Lácar en todo su esplendor, acariciando la costa de la ciudad. Bueno, ahí. En ese lugar, Dickinson, después de un tedioso tramiterío burocrático, edificó su casa, bajo la única condición de que su actividad fomentara el turismo en la zona.

En 1939 la casa estaría terminada, siguiendo los códigos de construcción de la ciudad (mucha madera y piedra de la región). El nombre ‘Arrayán’ se lo sugirieron sus amigos por su similitud con el árbol homónimo; ella era alta, flaca, de tez blanca y su pelo tenía la misma tonalidad que la corteza. Después de un fallido primer matrimonio, la joven emprendedora se casó con quien fuera su primer amor (en Uruguay, con un periodista inglés llamado Alan). Lamentablemente, por una enfermedad que desconozco, Reneé falleció en enero de 1943, a los 31 años. Antes de morir, le imploró a su marido que sus restos fueran llevados a ese lugar que tanto quiso en San Martín de los Andes.


Barney, el mayordomo, quien en el interin había regresado a Europa para pelear en la Segunda Guerra Mundial como piloto de la Royal Air Force (RAF), retornó apenas finalizado el conflicto para hacerse cargo del negocio. Durante esos años la edificación había quedado bastante descuidada ya que sus dueños transitorios no le tenían demasiado cariño como la familia Dickinson. Fue Barney, junto a su esposa, quien tomaría el timón para recuperar los valores originales del lugar. Luego su hija Janet siguió con el legado y, en la actualidad, sus dueños continúan bogando por mantener esa esencia primaria.

Se trata de la casa de té más antigua de la Patagonia y, desde 1995, es patrimonio histórico, arquitectónico y cultural de San Martín de los Andes. Vale destacar que si les gusta el té, el chocolate caliente y lo dulce, es un lugar que vale la pena visitar; por sus sabores, por su historia, porque es tremendamente acogedor y por su magnífica locación. Pueden conocerlo también a través de sus redes sociales y página web.

Historia con sabor a chocolate

Siguiendo la línea de lo dulce (o lo amargo, que también es tan rico) pero ateniéndonos específicamente a los chocolates, ahora es el turno de hablar de Mamusia. En este caso, la historia comienza en Alemania, en un campo que sería no de concentración sino de personas desplazadas. Allí se conocieron Jozef Zbigniew Fularski, alias ‘Tatus’ (del polaco, ‘Papá’) y Maya Anna Fularski, alias ‘Mamusia’ (del polaco, ‘Mamá’). Don Fularski combatió para el ejército polaco y luego para la resistencia, fue capturado por la Gestapo y, por suerte, pudo escapar. No obstante, luego terminó huyendo de las garras del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la Unión Soviética) una vez finalizada la guerra.

Logró llegar a la zona estadounidense de la Alemania liberada y allí, en un campo de personas desplazadas (establecidos en Alemania, Austria e Italia, por los aliados, para refugiar a quienes habían quedado sin hogar después de la guerra), conoció a Maya Anna, quien oficiaba de librera, y al poco tiempo se casaron. Luego, sin poder regresar a Polonia, se trasladaron a Italia y luego a Inglaterra (donde tuvieron una hija, de acuerdo a los registros que encontré en la web).


Ahí escucharon por primera vez la palabra ‘Argentina’ y se les presentó como una tierra de oportunidades para empezar de cero. El por entonces presidente, Juan Domingo Perón, decidió abrir las puertas a los inmigrantes ofreciéndoles trabajo. En consecuencia, y con ganas de cambiar de aire después de tanta guerra, llegaron al puerto de Buenos Aires el 29 de marzo de 1949, a bordo del buque Magdalena. Tenían 30 y 27 años, él y ella, respectivamente.

¿Y cómo terminaron en San Martín de los Andes? Respondiendo al llamado de una familia polaca que vivía en esa ciudad y buscaban una niñera. Los Fularski hicieron el viaje, primero tomándolo como algo temporario y después decidieron quedarse a vivir (como le sigue pasando a mucha gente que va a San Martín de los Andes).

Ya asentados en el sur, ‘Mamusia’ comenzó a hacer chocolate artesanal con viejas recetas tradicionales de su familia polaca. Y la historia es algo tan magnífico casi como ‘era solo para las visitas y quedó’. Claramente gustó muchísimo. Tanto que en 2019, el lugar sigue funcionando (frente a la Plaza San Martín) y está a cargo de dos de las nietas de los Fularski.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares