Llegar sin manos ni pies

 
Sin manos, sin pies; eso es tener fuerza de voluntad. Y no es ficción, un estadounidense, Kyle Maynard, de 25 años, está alistándose para escalar el monte Kilimanjaro, el punto más elevado de África (5.895 mts. de altura).

    Este hombre nació con brazos y piernas muy cortos, una malformación que se llama amputación congénita. Y ahora va por el Kilimanjaro… suena a contradicción: lo mismo que decir un ciego que ve, un mudo que habla. Pero no, es la pura realidad. Es un ejemplo clarísimo del “si se quiere se puede”.
    Pensar que en la antigua Grecia, más que nada en Esparta, mataban a los recién nacidos que llegaban al mundo con alguna deformidad porque no iban a ser aptos para el combate. No sé si el valor y la garra de este hombre puede compararse con la de los espartanos de esa época, 300 hombres contuvieron bastante tiempo al imperial ejército persa en la batalla de las Termópilas (y hubieran tenido éxito si no hubiesen sido traicionados), pero que tiene mucho más que nosotros, seguro.
    Y eso no es todo, pese a que muchos de nosotros calificamos de inválido a este tipo de personas, Maynard practica artes marciales, lucha libre y además participa en conferencias y es escritor. ¿Bastante para ser alguien sin extremidades, no? No obstante, ha logrado más que varias personas. El esfuerzo, la perseverancia, la capacidad de cada uno, eso forma parte de un todo. Los seres humanos fuimos hechos para no dejar de intentar: los habitantes de la edad de piedra por ejemplo, podían perseguir un animal por kilómetros y kilómetros apenas descansando. Todo eso está en nuestros genes, en algún recóndito lugar de nuestra esencia. Obviamente la cultura y la sociedad de nuestro tiempo nos habituaron al confort, pero una cosa no quita la otra. Maynard es evidencia de eso.
    En fin, la fecha es en enero del año que viene. Si todo sale bien, será la primera persona en realizar dicha epopeya con una amputación cuádruple y sin recibir ayuda de otros. Para hacerlo, Maynard pasó años escalando montañas en su país natal, cubriéndose sus amputaciones con goma de ruedas de bicicleta para facilitar el agarre en la subida (convengamos que se tiene que arrastrar todo el trayecto). 
    Definitivamente, lo que vale la pena destacar aquí, es la voluntad, no perder las esperanzas. Si de verdad queremos, de una forma u otra vamos a llegar a donde ansiamos estar.
    “Solo quiero enviar un mensaje a la gente; levántense y hagan algo”, Kyle Maynard.
   

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