Un pilarense suelto in the US (II): Conociendo Chicago

Los días van pasando en Chicago. De a poco mi organismo se va adaptando a la nieve, al frío, a cenar a las seis o siete de la tarde, a la vida en un campus universitario.


La semana de orientación se hizo eterna. De paseo en paseo. Es imprescindible el querer conocer todo lo que se tiene al alcance, pero en menos de una semana es imposible. Es de no creer como a las diez de la noche estoy fusilado, cansadísimo. Supongo que el hecho de caminar tanto y también, sin dudas el frío, tienen mucho que ver.

En lo que va de la semana he ido a comer comida japonesa, claramente comer con palitos no es lo mío. Y todavía más sorpresivo es que pedís un plato y te traen además como dos entradas previas (verduras y sopa si mal no recuerdo). Y bueno, obviamente, el arroz. Comer arroz con esos dos míseros pedazos de madera requiere una habilidad motriz bastante importante aunque no lo crean. Y los asiáticos lo hacen parecer tan fácil. A mí que me den cuchillo y tenedor, viejo, herramientas elementales de occidente.

Estos somos algunos de la banda de los internacionales.
Puedo pasar el post entero hablando de comida pero esto no es un blog gastronómico. Digamos que la intención es que sea más “cultural”. Estoy conociendo muchas personas de diferentes partes del mundo, lo cual es genial. Hoy por ejemplo estuve tomando café en un Starbucks con un alemán y un francés. La batalla de acentos en las conversaciones es algo digno de escuchar. Y así como esos, un desfile de nacionalidades interminable: coreanos, suecos (y suecas, vale destacar), noruegos, estadounidenses obviamente, y mucha más diversidad cultural. Y todavía ni siquiera empezaron las clases.

No obstante, empiezan mañana. Se termina la joda. Mucho nervio, pese a que solo vaya a cursar cuatro materias (siendo una de ellas coro góspel). Aunque quiero que empiece. Para eso vine, supongo. Y aparte voy a conocer más gente con intereses parecidos a los míos. Y a más estadounidenses. Hasta ahora estuve rodeado siempre de alumnos internacionales. El problema es cuando, por ejemplo, la gente de Suecia empieza a hablar en sueco entre sí. Si queres hablar todo el día en tu idioma natal, quedate en tu país. En teoría viniste a hablar en inglés, ¿no?


Selfie con Hunter, el primer californiano que
conozco.
Hablando un poco de la ciudad de Chicago. La verdad, sin palabras. Es enorme. Y solo fui una vez hasta ahora. Dicen que es una de las más inseguras de Estados Unidos. Quizás es por eso que nos dieron una clase de defensa personal en la universidad antes de ir. Habré “aprendido” dos movimientos. Los cuales probablemente olvide si algo verdaderamente me llega a suceder. Pero fue divertido practicar con Hunter, el primer californiano que conozco en mi vida.

Fuimos en comitiva a Chicago y anduvimos por los pasillos de un shopping de ocho pisos. Sí, ocho. Debe ser que en este tipo de ciudades el único espacio que les queda para expandirse es hacia arriba. Es un entramado de escaleras mecánicas, ascensores, y del característico consumismo norteamericano. Creo que lo mejor en mi caso fue el hecho de probar la salsa más picante de un local de salsas picantes. Una hora después todavía mi boca tenía candentes reminiscencias.

Siempre el frío es un fiel acompañante. 

Mañana es el día D, mañana empiezan las clases. Confío en que va a ser divertido. Una nueva experiencia que se supo hacer esperar.

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