Escribir bien

“Si quieres ser escritor, lo primero es hacer dos cosas: leer mucho y escribir mucho. No conozco ninguna manera de saltárselas. No he visto ningún atajo. Cada libro que se elige tiene una o varias cosas que enseñar, y a menudo los libros malos contienen más lecciones que los buenos. […] Leyendo prosa mala es como se aprende de manera más clara a evitar ciertas cosas. Una novela como Mineros de asteroides equivale a un semestre en una buena academia de escritura, incluidas las conferencias de los invitados estrella. Por otro lado, la buena literatura enseña al aprendiz cuestiones de estilo, agilidad narrativa, estructura argumental, elaboración de personajes verosímiles y sinceridad creativa”. Este es un fragmento del libro “Mientras escribo” de uno de mis autores favoritos: Stephen King.

Con tremenda introducción, el tema que quiero tratar hoy es el simple arte de escribir. No es fácil escribir algo que mantenga atento al lector desde el comienzo hasta el final. Creo que el hecho de lograr ese efecto en los demás es uno de los tantos factores que nos impulsa a escribir diferentes historias. Relatos que están pensados para guiar a la persona a un mundo distinto, un mundo ajeno a la realidad, con variedad de personas que nunca existieron pero que a la vez existen. Ese objetivo de lograr materializar en la mente del otro todo eso que pasó momentánea y raudamente por el pensamiento personal es toda una hazaña. Los que tienen éxito son verdaderos maestros. Los hay especialistas en cuentos o relatos cortos, y están los que se crean un mundo entero (campo en el cual nunca viene mal destacar a J. R. R. Tolkien).
Sinceramente, y concordando con el señor King, para escribir bien es elemental la lectura y también (obviamente) el ejercicio de la escritura. Es ilógico pretender escribir bien sin haber leído antes obras a las que se las considere “buenas”. Y esto último es totalmente subjetivo porque claro, depende de los gustos de cada uno. Por ejemplo, no niego que las obras de Shakespeare sean de gran calidad, pero si me dan para elegir me inclinaría sin lugar a dudas por alguno de mis autores preferidos (Grisham, Asimov, King, Tolkien, Verne). No obstante, no dejo de lado otra enorme cantidad de obras, eso sería ser egoísta. Por lo tanto creo poder considerarme un asiduo lector. Y los que leyeron alguno de mis cuentos o mi única novela, bueno, sabrán que escribo bastante. Lo que piensen queda a su criterio.
En resumen, si se quiere escribir medianamente bien, la lectura es imprescindible. Básicamente creo que es una forma de aprender muchas cosas divirtiéndose e incluso sin darse cuenta. Se aprenden estilos, ortografía, nuevas palabras… El gran paso es sentarse y pensar una historia propia. Sí, parece fácil, sin embargo requiere un uso de la imaginación bastante amplio. Además, es una manera muy simple de entretenerse. Imagínense crear personas, ciudades, idiomas, monstruos y demás. Es jugar sanamente a ser dios. Incluso leer y adentrarse en esos mundos creados por otra persona es toda una aventura. ¿A quién no le gustaría escaparse de este mundo que vivimos por un rato e irse a otro distinto? Está buena la idea. Muchos creen que sentarse a leer es aburrido… no saben lo equivocados que están.
Un mundo de la Edad Media, con hobbits, orcos, enanos, elfos, con idiomas propios, y con conflictos que van desde la lucha contra un dragón hasta una batalla que cambiaría la faz de la tierra; eso es Tolkien, con “El hobbit”, “El señor de los anillos” y “El silmarillion”.
Un universo con una infinidad de planetas bajo el dominio de un imperio galáctico, que tuvo su edad de oro pero que poco a poco va encaminándose a la ruina. Un imperio que se encargó de terminar con la existencia de los robots luego de utilizarlos para expandirse desde un lejano y ya olvidado planeta Tierra. Un imperio que no quiere afrontar su caída que es “profetizada” por un matemático, Hari Seldon, creador de una nueva ciencia: la psicohistoria; eso es Isaac Asimov, con su famosa saga de las fundaciones.
Y así muchos otros. Desde los que en su momento anticiparon la existencia de cierta tecnología, como Julio Verne, hasta los que nos entretienen en la actualidad con sus atrapantes novelas.
Bueno, se puede hablar hasta el cansancio de esto… así que lo dejo acá.

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