Un último y eterno adiós a Titi Villar (que se llevó y nos dejó una parte del teatro pilarense)

Un último y eterno adiós a Titi Villar.
Foto: Diario Resumen
No creo ser el más indicado para hablar sobre el gran Titi Villar y de todo lo que hizo por el teatro independiente pilarense, habiendo sido uno de los pioneros, uno de los que vio nacer al mismo teatro Lope de Vega, uno de los que con su visión teatral del mundo nos entretuvo mediante sus obras, su talento y carisma. A algunos afortunados, por muchos años, a otros como yo por relativamente menos tiempo, pero de qué me serviría apenarme por eso si un minuto de charla con él eran horas de sabiduría y experiencias vividas. Por mi parte, al menos, fue gracias al periodismo que tuve la dicha y las excusas necesarias para sentarme a hablar con él un par de veces. Incluso antes de eso, lo vi actuar.


En aquellas épocas, que no fueron tan allá lejos sino alrededor de cinco años atrás, Titi estaba subido al escenario del Lope de Vega interpretando un papel de la obra “El acompañamiento”. Toda la obra transcurre entre dos personajes, de los cuales uno, en una aparente locura, espera eternamente el acompañamiento musical para sus deseos de dedicarse a ser cantante. ¿Qué estás esperando? El acompañamiento. Y así. Y con ese ciclo de 2x1 en obras que hacían en el Lope de Vega fue mi primer acercamiento con Titi, desde el lado del espectador. Es más, ahí empezó mi duda de por qué a ese señor la gente lo aplaudía tanto. Por supuesto, después la vida me pondría la respuesta en las narices.

“La vida es simple”, dijo uno de los espectadores, aquella noche de septiembre de 2012, justo antes de empezar esa obra. El periodismo me hizo escribir una crónica de esa previa y ahora, quizás, toma para mí más valor. Imagínense un joven estudiante de periodismo, que casi de casualidad había caído en ese mundo maravilloso de la comedia musical, dándole una primera oportunidad al teatro pilarense y... ¡bum! Tenerlo a Titi en el escenario. La vida es tan locamente simple, que hay cosas que en nuestra complejidad de la cotidiana rutina no alcanzamos a observar. Y por alguna de esas tantas cosas locas me vengo a enterar por un twit que Titi se fue y se llevó con él una parte hermosa del teatro pilarense. Ese mismo twit que me aseguró también que con su partida Titi nos dejó también otra parte magnífica. Un twit. A eso nos remite esta vida en el aquí y ahora de la tecnología. Y con ella, llegué a casa y me puse a escribir, a escupir estas palabras en la computadora en plena madrugada. 

No creo ser el más indicado para hablar sobre el gran Titi Villar por eso, soy joven, tengo Twitter. Tengo una amiga que siempre me habló loas de él y que seguramente ella sea una voz más autorizada que la mía. Como tantas otras personas que lo llegaron a conocer y a vivir el teatro con él. Eso es, a la vez, lo genial, lo inconmensurablemente faraónico de la vida y obra de Titi, el haber iluminado con su actividad a un mundo que lo necesitaba. Porque Pilar es un mundo, y en estos últimos años, Titi me supo decir que su oficina era una mesa en “El colonial”.

Fue en una de esas charlas, cuando yo trabajaba en el Diario Resumen de Pilar, que Titi me dijo lo siguiente y que por esas razones del periodismo quedó afuera de la nota. En ‘on’ (lo que se grabó, mas solo me quedan las transcripciones) y ante la pregunta de qué etapa del teatro elegiría si pudiera subirse a un Delorean y regresar al pasado: “Yo elegiría la etapa anterior al teatro, porque era la lucha y en una etapa donde Pilar no era el Pilar de ahora, llegaban los fines de semana y a veces no había nada, ningún acontecimiento social; nosotros trabajábamos en la Escuela N°26 y es una etapa que va a ser imborrable para mí, de hecho, monté ‘Hamlet’ de Shakespeare”.

De acuerdo a sus palabras, montar una obra de Shakespeare en teatro es toda una odisea. “Siempre tuve ganas de volver a hacer Shakespeare, pero no he podido; en esa época era más joven y más audaz, los años me fueron dando más crítica personal”, añadió segundos después. 

De esa misma entrevista rescato también frases como: “Yo siempre digo que le dediqué la vida al teatro”;  “... la gente no debe ir al teatro a hacer la digestión, es para ir a pensar, recapacitar sobre lo que sucede a nuestro alrededor”; “Es una forma de vida, yo soy testigo de haber vivido del teatro”.

Todo eso fue en ‘on’, como dicen en la jerga periodística, y seguro que mucho de eso haya salido publicado en la nota de la semana que escribí, creo, para uno de los aniversarios del Lope de Vega. La anécdota está en el off. Algo que me quedó grabado en la memoria, porque con una persona así era evidente que la charla no iba a detenerse con el botón del grabador. La cuestión no fue ser o no ser, si no, qué obra de Shakespeare le hubiese gustado realizar. La respuesta fue ‘Macbeth’. Pero que no, que es una obra muy larga y con muchos personajes, y que él ya no podía dedicarle tanto tiempo a algo porque los años le habían pasado y los problemas de salud, y que lo ideal sería que alguien se sentara a adaptar la obra. 

Yo le dije que me gustaba escribir y que si él me guiaba, algo podíamos intentar. La propuesta quedó. Leí ‘Macbeth’. Después, por esas cosas de la vida académica y laboral fui posponiendo esa idea hasta que se diluyó. Hace poco leí una frase en una nota de un periodista español (“La mujer del crucigrama”, por Juan Tallón) que se pregunta “qué sería de la vida si no desperdiciásemos nuestras oportunidades”. Es eso, es esa loca simpleza de la vida. Es el saber que Titi seguro estará estrenando ‘Macbeth’ en otro lado, hasta quizás, debatiendo sobre teatro con el mismo autor de la obra.

4/05/2017

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