Pelotudo

A pedido del público, llegó la segunda entrega de la guía explicativa de los mejores argentinismos del planeta. Porque con los boludos no alcanza y se precisan muchos más términos para sobrevivir en la flora y fauna porteña. Hoy analizaremos el término "pelotudo".





Pelotudo

El pelotudo, como el boludo, pertenece al fiel diccionario argento lingüístico de todos los días. Si bien los dos términos hacen referencia, ateniéndonos a la etimología, a los testículos grandes, en el uso diario el empleo es otro. Por eso justamente, en esta segunda edición de la guía explicativa de los mejores argentinismos del planeta, nos convertiremos todos en pelotudos para ver el significado desde adentro.

Este término, pelotudo, no es recomendable usarlo tan a la ligera como “boludo”, su casi sinónimo. Habíamos dicho que el boludo estaba en ambos lados de la fuerza. El pelotudo no, tiene tintes más malvados, oscuros.

Lo más usual es utilizarlo como insulto. Volviendo a citar al gran Fontanarrosa, el sonido de la “p” en el comienzo de la palabra es lo que la convierte en una agresión verbal poderosa, secundada por la “t”. Sonidos tajantes que son ajenos al boludo. Es un arma básica en el repertorio de cualquier argentino que se digne de serlo. Si te empujan en el boliche, pelotudo; si te engañaron, pelotudo; si alguien se mandó una macana importante, pelotudo.

No es tan común usarlo entre amigos. Solo se justifica en el contexto de alguna acción poco loable, que puede ameritar el uso del término de esa forma tan útil que suele denominarse “un poco en broma, un poco en serio”. Pero de ninguna manera el pelotudo reemplaza al boludo. Es más, el pelotudo podría llegar a definirse como una evolución  del boludo. Como un Anakin Skywalker pasándose al lado oscuro de la fuerza.

Por ejemplo, y los invito a prestar atención (y disfrutar) de la diferencia sonora entre la “b” y la “p”: “Juan es un boludo por no haber estudiado para el examen, pero el pelotudo es su compañero que le pasó las respuestas mal a propósito”. ¿Captaron la sonoridad? Es clave para la supervivencia en territorio rioplatense comprender la dicotomía pelotudo-boludo, boludo-pelotudo.

Además, no podemos dejar pasar el clásico auto-insulto. Que esto también permite apreciar el nivel de diferenciación entre boludo y pelotudo. Cuando la cagada es chica, con posible solución rápida, lo más común es decir: “qué boludo que soy”. Ahora bien, cuando las dimensiones del error cometido son más grandes, el desgraciado suele agarrarse la cabeza y exclamar a viva voz: “ah no, pero soy un pelotudo”.


Entonces, si vienen a Argentina y los tratan de pelotudos, desconfíen de su interlocutor a no ser que le tengan mucha confianza y cariño. Porque boludos podemos tranquilamente ser todos, pero pelotudos… pelotudos son solo los pelotudos. 

Comentarios

Entradas populares