El verdadero origen de los linchamientos

Escena de la película "El gran debate". Mirala más abajo.
“Agarren al negro más malo e inquieto, sáquenle la ropa enfrente de los demás negros, negras y de los infantes, mójenlo en alquitrán y tírenle plumas, aten cada una de sus piernas a un caballo de espaldas al otro, préndanlo fuego y péguenle a los caballos para que lo partan al medio enfrente de los demás negros. El siguiente paso es agarrar un látigo y azotar a los negros que quedan hasta dejarlos al borde de la muerte, enfrente de las negras y de los infantes. No los maten, pero metan el miedo de Dios en ellos, porque todavía pueden servir para la reproducción”. (La traducción es mía)

El dueño de estas palabras se llamó Willie Lynch. Un británico propietario de cantidades de esclavos en las Indias Occidentales (o las islas del Caribe para ser más exactos). En 1712 lo invitaron a la colonia de Virginia, en lo que más tarde serían los Estados Unidos, para que enseñara sus métodos a los esclavistas de la zona. Lo citado anteriormente es un fragmento de la “Carta de Willie Lynch”, discurso que dio, supuestamente en la ribera del río James, en Virginia.

En la mitad del video menciona lo relacionado al linchamiento.

El verbo “linchar”, tan nombrado en estos últimos días por los frecuentes linchamientos que se produjeron en nuestro país, proviene casi seguramente de este hombre (otras fuentes hablan de un Charles Lynch). Lo dice el personaje que interpreta Denzel Washington en El gran debate, película basada en hechos reales, la cual recomiendo: “Sus métodos eran muy simples, pero diabólicos. Mantengan al esclavo físicamente fuerte pero psicológicamente débil y dependiente de su amo”. 

¿Es eso en lo que la sociedad argentina se está convirtiendo? ¿Estamos atrasando nuestros métodos de castigo a aquellos utilizados por los esclavistas negreros? ¿Qué tanta responsabilidad tiene el estado en toda esta situación?

Son respuestas que ameritan un amplio debate. Yo soy partidario de que para combatir la inseguridad se debe fomentar una educación estatal de calidad, para erradicar el problema de raíz. Pero, correcta la medida o no, los resultados serían en el largo plazo. Y existen varias generaciones en el medio. La gente quiere una respuesta ahora y por eso se ha llegado a este extremo comparable a una desbalanceada ley del Talión (la del “ojo por ojo, diente por diente”). Aquel que hurta una cartera es golpeado, aún en el piso, hasta dejarlo casi muerto. Ninguna de las dos acciones está bien. El error de la gente que sufre de la inseguridad es perder su civilización, justamente eso que los hace diferentes a los ladrones.


Sin embargo, ante la falta de acción por parte de aquellos que tendrían que mantener el orden y la organización en la sociedad, ante el fomento de una cultura en el que es mejor quedarse sin trabajar y tener diez hijos para tener plata dulce, las personas tienen que reaccionar de alguna forma u otra. Y a veces el frasco explota de la peor manera.

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